EXTRACTIVISMO Y NEOEXTRACTIVISMO. EL CASO DE LA PALMA AFRICANA EN COLOMBIA
Alianza Biodiversidad (2023).
Inicialmente, cabe señalar que, a partir del siglo XVI
con la expansión de Europa por todo el planeta junto con sus ideales de
civilización, modernidad y desarrollo, más su concepción antropocéntrica de la
vida, comienza a darse la explotación excesiva de los recursos naturales. Se empieza
a gestar un modelo de desarrollo basado en la extracción y
apropiación de la naturaleza a través de actividades que remueven grandes
volúmenes de recursos naturales, que no son procesados (o lo son
limitadamente), y que posteriormente pasan a ser exportados
Dicho modelo pasaba por alto la
estructura de significaciones de aquellas culturas que eran ajenas a la europea,
mientras que creaba la certeza de que los problemas del modelo podían
solucionarse con cambios técnicos y transformaciones sociopolíticas
el generalizado error consistente
en aplicar ahistóricamente los conceptos, técnicas y prácticas de la economía
de mercado a todas las manifestaciones culturales y epocales, propios de la
manía ‘civilizatoria’ y clasificatoria en la que muchas expresiones son
excluidas, minusvaloradas e invisibilizadas
Otra de las características de este modelo es que cada
vez exige “mayor cantidad de materias primas y energías, lo cual
se traduce por una mayor presión sobre los bienes naturales y territorios” (Svampa, 2019, p.18). Esta
necesidad de territorios para explotar genera que se expropie y despojen
grandes extensiones de suelo, provocando disputas y enfrentamientos entre poblaciones
y grandes actores económicos, lo que en muchas ocasiones terminaría repercutiendo
en temas como la violencia y la pobreza.
La pretensión de
edificar y consolidar una sola explicación para fenómenos sociales, culturales
y biofísicos, no dejaba vislumbrarlos claramente al excluir ciertas partes de
él, dificultando el reconocimiento de la conexión existente entre el
extractivismo y los diferentes factores sociales y ambientales con los que se
relacionaba. De igual manera limitó el conocimiento de la naturaleza a un
modelo en específico, lo que ha favorecido “la coordinación universal
de la vida y el desenvolvimiento de los sujetos, los espacios socio/naturales y
los saberes”
Dicha
limitación en el conocimiento de la naturaleza ha generado concepciones
reduccionistas sobre esta, ocasionando que -en el mejor de los casos- se le
considere como una maravilla de gran complejidad fruto de la manifiesta
sabiduría del dios creador de todo lo que existe, o que en otros casos sea
vista única y exclusivamente como una despensa, olvidando que es un
agregado de agua, tierra y cielo que interactúan entre sí, y en donde todo
aquello que es “asequible a nosotros forma un sistema, una
concatenación general de cuerpos, entendiendo aquí por cuerpos todas las
existencias materiales, desde los astros hasta los átomos” (Engels, 1886, p. 48).
Las alteraciones que
provocan los procesos de extracción en la naturaleza pueden ser muy variables.
En el caso del aumento de la frontera agrícola, ganadera y minera se ha
impactado especialmente a las fuentes hídricas, los suelos y la biodiversidad,
sin olvidar que también se ha afectado aspectos como la alimentación y salud de
poblaciones humanas. La expansión de la agricultura, por ejemplo, ha afectado
el ecosistema a través de procesos de deforestación, erosión de suelo,
sedimentación de fuentes hídricas, eutrofización, entre otros. La expansión de
la frontera ganadera también ha afectado considerablemente las fuentes hídricas
al favorecer la presencia de gran cantidad de coliformes en el agua, bien sea
por contaminación difusa o por vertimiento directo, además la compactación que
sufren los suelos los deteriora considerablemente.
Tanta es la
interconexión que existe entre los elementos de la naturaleza que la
deforestación en zonas Andinas y Amazónicas, con el fin de aumentar la
agricultura, la ganadería extensiva y la minería, han cambiado la vida de
muchas comunidades ribereñas que habitan a orillas de pequeñas quebradas o de
grandes ríos como Cauca y Magdalena.
Dentro de dicho
panorama en América Latina surge una categoría analítica conocida como
neoextractivismo, que permite describir y explicar este modelo extractivista
desde el ámbito social, político-territorial y medio ambiental a partir de una
escala nacional, regional o local. Se hace necesario comprender la complejidad de
este modelo, sobre todo porque estas grandes modificaciones del entorno como respuesta a las nuevas
necesidades humanas repercuten indudablemente en la
organización, estructura y funcionamiento del sistema
Mucha
de la información socavada hasta la fecha evidencia el considerable impacto negativo
que ha tenido este modelo de desarrollo en el ámbito económico, social y
ambiental, además evidencia su limitada contribución al genuino desarrollo de
las sociedades humanas que constituyen los actuales Estados-nación. A pesar de
esto, el extractivismo goza de buena salud dentro de los actuales Estados latinoamericanos
progresistas o conservadores, los cuales hacen poco por reconstruirlo. Además, continúa
siendo vista como la mejor alternativa para alcanzar los tan anhelado ideales
de desarrollo, de ahí que se promuevan medios para incrementarlas, a pesar de
que éste mantiene un estilo “basado en la apropiación de la Naturaleza, que
alimenta un entramado productivo escasamente diversificado y muy dependiente de
una inserción internacional como proveedores de materias primas” (Gudynas, 2009, p.188) Sin embargo, no debe pasarse
por alto que, frente a este modelo cada vez se van generando más reacciones de oposición
entre las sociedades.
En conclusión, se puede decir que, a pesar de los efectos
colaterales del extractivismo en las diferentes esferas de la realidad humana,
este sigue manteniendo su vigencia e importancia dentro de los actuales
gobiernos latinoamericanos y mundiales. Sumado a esto, son apreciables los
pocos esfuerzos realizados para modificar este modelo y contrarrestar o
apaciguar sus repercusiones sobre la vida en general. Se mantiene dicha
estructura de apropiación de los espacios y los recursos. Pareciera a simple
vista que lo único que ha cambiado entre el extractivismo y el neoextractivismo
es cómo y quiénes se quedan con las riquezas , mientras que los problemas
sociales y ambientales que surgen como consecuencia de ello continúan a la
espera de que los grupos humanos les den la relevancia que requieran y logren entender
que nada en la naturaleza ocurre de modo aislado y que este extractivismo ha
generado cambios en el planeta que requieren de una reestructuración de la vida
humana.
La palma africana en Colombia
Bibliografía
Engels, F. (1886). Dialéctica de la naturaleza.
Obtenido de Livros Grátis: http://livros01.livrosgratis.com.br/bk000224.pdf
Giraldo, O. F. (2018). Ecología
política de la agricultura. Agroecología y posdesarrollo. San Cristóbal
de Las Casas: Ecosur.
Gudynas, E. (2009). Diez tesis
urgentes sobre el nuevo extractivismo. Extractivismo, política y sociedad,
187-225.
Quijano Valencia, O. (2016). Ecosimías
: Visiones y prácticas de diferencia económico/cultural en contextos de
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Rappaport, R. (1985). Naturaleza,
cultura y antropología ecológica. En H. Shapiro, Hombre, cultura y
sociedad (págs. 261-292). México: Fondo de Cultura Económica.
Svampa, M. (2019). Las fronteras
del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro
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Bielefeld.