Problemáticas de los pequeños floricultores de la zona rural de La Ceja, Antioquia.

 EL OCASO DE LA FLOR

 
 Fotografía de Esteban Valencia Patiño.

Este es un acercamiento a las problemáticas que viven los pequeños floricultores de la zona rural del municipio de La Ceja, Antioquia, en relación al impacto ambiental de los monocultivos de flor en el Oriente Antioqueño.


Realizado por: Esteban Valencia Patiño, Santiago Londoño, Daniel Múnera. 

Terra Preta o Tierra negra

 

TERRA PRETA O TIERRA NEGRA: UN INDICADOR DE ACTIVIDAD HUMANA.

Manuel Arroyo Kalin (2017)

La Terra Preta do Indio o Antrosoles son suelos entre arenosos y francos, con altos contenidos de carbono orgánico y materia orgánica, además de un marcado tono oscuro. Usualmente se encuentran en la región amazónica, aunque, también se hallan en lugares como la Orinoquia, Cundinamarca, Valle del Cauca, La Guajira (Rodríguez Cuenca, 2018) y el centro-norte de Colombia. Posee características muy particulares que llevan a suponer que tiene una estrecha relación con la actividad antrópica, la cual, de forma intencionada o casual, pudo haber incidido en su formación y composición.

Se establece la posibilidad de que la "Tierra Negra " (terra preta), sea el resultado de la acumulación de desechos cerca a las viviendas, en donde los residuos (animales y humanos), la cerámica y otros implementos utilizados por el hombre, fueron depositados durante un largo período (Andrade, 1984, pág. 39)

 La constitución y aparición exacta de estos suelos es difícil de determinar, pero su estructura física y química, sumada a los vestigios arqueológicos que suelen encontrarse en ellos, sí nos permiten hacer un acercamiento a su posible origen y a su longevidad. Las terras pretas también son consideradas como “suelos arqueológicos” debido a la estrecha relación de estos con material arqueológico. Sin embargo, estos vestigios por sí solos no podría darnos una explicación completa de la creación de estos suelos, de allí la necesidad de incorporar una perspectiva ecológica en los estudios humanos que permita desviar la atención de determinismos simplistas, y favorezca un análisis que preste mayor atención a las redes de relaciones complejas que caracterizan a los sistemas ecológicos. (Morán, 2003) 

Numerosas investigaciones realizadas hasta la fecha han ayudado a crear un panorama más amplio acerca de lo que fue la vida en estas regiones durante épocas precolombinas. Mucha de la información que se obtiene en los estudios arqueológicos, que utilizan indicadores ecológicos, permiten entender aspectos de la vida de comunidades humanas como sus dietas, la forma en que se ubicaban en el espacio y los usos que le daban a cada lugar, la vegetación y los animales que había en las cercanías, sus prácticas agrícolas, las herramientas que empleaban, la cerámica que fabricaban y sus características, entre otros. Ante este panorama, en el siguiente texto se expondrá cómo la evidencia arqueológica y el análisis de los indicadores ecológicos que han realizado por décadas científicos de diferentes lugares del mundo, con conocimientos en diversas disciplinas tanto de las ciencias naturales como sociales, han sido de gran importancia para explicar qué son las terras pretas, su posible origen, algunas de sus características y su relación con las sociedades humanas. Además, se resaltará como paulatinamente se fue haciendo notable el uso, por parte de diversos investigadores, de indicadores ecológicos como el suelo, los sedimentos, el clima, la topografía, la geografía, la hidrografía, la vegetación y la fauna; los cuales son de considerable importancia a la hora de relacionar algún resto de cerámica o vestigio con actividad humana. Finalmente, será este cumulo de hallazgos, que se ha ido construyendo por décadas, y la integración de indicadores ecológicos en los estudios arqueológicos, lo que nos permitirá una aproximación más cercana al origen de estos suelos, así como su composición, y la relación que guarda con los humanos.

 REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA O ANTECEDENTES

Desde finales del siglo XIX comienzan a presentarse las primeras informaciones relacionadas con estas tierras negras o “terras pretas”. Durante estas investigaciones se destaca el color oscuro y la fertilidad de estos suelos, los cuales eran aprovechados por campesinos, esclavos libertos e indígenas para sembrar diversos cultivos. Junto a estas características del suelo, también comenzaron a emerger restos arqueológicos lo que implicaba una acción humana en ellos. Aunque no se sabía con claridad cómo había sido este accionar y su intencionalidad, se concluyó que “las tierras negras eran vestigios de antiguos asentamientos indígenas” (Arroyo Kalin, 2017). Durante 1920, el etnólogo y arqueólogo Curt Nimuendajú, tomó estos suelos negros y observo su distribución a la par que las asociaba con artefactos, montículos, pozos y caminos. Para fines de la década del 40’, el mismo Nimuendajú señaló que no tenía dudas que estos suelos indicaban la presencia de asentamientos precolombinos sedentarios y densamente poblados. Lastimosamente el escepticismo racista que subvaloraba las aptitudes y conocimientos de las poblaciones amazónicas hizo que hubiera mayor tendencia a establecer que el origen de estos suelos no era algo antrópico sino resultado del accionar de la naturaleza.

En 1966 Wim Sombroek demostró que la composición, variabilidad, y emplazamiento de las tierras negras no eran consistentes con un fenómeno natural. Para este momento emerge la clasificación de terras pretas (tierras negras) que son suelos oscuros, con alto contenido de materia orgánica y repleto de artefactos que probablemente se habían formado a partir de los desechos de antiguos asentamientos indígenas; y las terras mulatas (tierras pardas) eran suelos carentes de artefactos, con características fisicoquímicas que estaban entre las terras pretas y los demás suelos de la región, y que se relacionaban con antiguas prácticas agrícolas. Durante esta misma década el arqueólogo alemán Peter Hilbert, ayudándose de la recién aparecida técnica de datación radiocarbónica, permitió establecer que dichos suelos sugerían la presencia de asentamientos humanos establecidos por largos periodos de tiempo, y que los restos arqueológicos hallados en él, habían sido depositados allí hacia mediados del primer milenio de la era común. Durante esta misma década, Mario Simoes tiene en cuenta un considerable número de variables como la topografía, la hidrografía, el suelo, los sedimentos, el clima, la vegetación y la fauna, con el objetivo de entender, desde una perspectiva arqueológica que integra indicadores ecológicos, la región, sus suelos y las poblaciones humanas que allí habitaban. Para los 80’, el geógrafo Nigel Smith y sus análisis, corroboraban lo expuesto por otros investigadores que señalaban la relación de estos suelos con la actividad humana. Según Smith la distribución, el tamaño y el contenido artefactual era consistente con la presencia de grandes poblados ribereños mencionados por los cronistas del siglo XVI. Al parecer la coloración oscura de los suelos correspondía a la incorporación de cenizas y carbón que eran resultado de quemas realizadas en estos asentamientos humanos. Sin duda esto resultaba ser un revés para el determinismo geográfico y cultural que se extendía sobre el Amazonas.

A partir de este momento que se comienzan a presentar los trabajos pioneros en geoarqueología, que según Arroyo Kalin es la especialidad de la arqueología dedicada al estudio de los suelos y sedimentos. Este estudio de las antiguas sociedades humanas considerando indicadores ecológicos, como los suelos, los sedimentos, la topografía, la geografía entre otros, empieza a generar nuevas ideas sobre estas tierras negras, lo que a la larga debilitará más y más el determinismo ecológico inherente al Amazonas por siglos, y generaría nuevas preguntas que permitieran entender aspectos como el origen, la formación, la variabilidad, la distribución, el uso, la cronología, entre otros aspectos, que se desprendían del análisis de estos suelos. Un ejemplo de ello sería el trabajo publicado por Ángela Andrade en 1984 en donde su objetivo era “conocer las características arqueológicas del suelo y la relación entre la génesis de los suelos y las ocupaciones humanas, con el fin de establecer los tipos de actividades antrópicas y su intensidad” (Andrade, 1984, pág. 36)

Para las últimas décadas la arqueología ha ido incorporando cada vez más indicadores ecológicos dentro de sus estudios. Actualmente, los estudios arqueológicos integran micromorfología, química de suelos y susceptibilidad magnética en terras pretas, también documentan el tipo de residuos responsables de estas variaciones que pueden ser fragmentos microscópicos de carbón, hueso, cerámica y arcilla quemada; además los estudios de marcadores de lípidos demuestran la presencia de esteres asociados a desechos humanos; y los estudios arqueobotánicos y zooarqueológicos registran tanto vestigios de plantas cultivadas y comestibles como huesos de fauna acuática asociados con el consumo humano (Arroyo Kalin, 2017). Sin duda, la necesidad de una comprensión holística de los fenómenos naturales y sociales, que se relacionan con la formación de las terras pretas, nos lleva a realizar análisis más detallados de los mismos, teniendo en consideración el mayor número de proxys o variables que pueden incidir en este.

 DISCUSIÓN

Las terras pretas pueden ser un buen ejemplo de lo fértil de algunas zonas de la región amazónica y del norte de Sur América, también sirven de ejemplo para entender cómo el humano puede transformar el ambiente. Sin embargo, se necesita mucha más información de índole ecológica y arqueológica que nos permita establecer con mayor proximidad la intención y efecto de la acción humana en la formación de estos suelos, puesto que algunos análisis físicos y químicos del suelo no permiten reafirmar una hipótesis clara sobre el origen

todos los elementos se presentan en contenidos bajos a muy bajos, confirmando los niveles reportados para los suelos de las selvas húmedas tropicales… Sus niveles actuales son el producto de factores naturales formadores de suelo, más que de las influencias de los grupos humanos asentados en la zona, por lo menos cuando se considera como referencia todo el perfil del suelo (Morcote Ríos & León Sicard, 2012)

Además, es importante tener en consideración que las tierras negras o terras pretas no son necesariamente el resultado de una intensificada actividad agrícola, sino que es más apropiada entenderla como el correlato de prácticas habitacionales de mantención y cultivo (Arroyo Kalin, 2017).

Por otra parte, se encuentra el problema de la clasificación de las terras pretas puesto que cada investigador o sociedad recurre a patrones lógicos y estructurados, desde lo cultural, que les permiten apreciar y entender las variaciones o discontinuidades que se presentan en un paisaje, a fin de lograr adaptación y supervivencia de la población en determinado espacio. Por ello es importante resaltar que una clasificación única y estricta de las terras pretas como la propuesta por  León y Vega en 1983 que determina que las terras pretas debían “tener coloraciones negras, por debajo de los Cromas /3 y /2 y de los Valúes 2/ y 3/, presencia de cerámica y/o carbón vegetal y reacción al NaF en cualquiera de sus horizontes” (Morcote Ríos & León Sicard, 2012, pág. 55) no es viable aun, debido a la faltan mayores análisis de estos suelos. Ejemplo de ello, es creer que toda terra preta tiene restos arqueológicos ya que desde hace unas cuantas décadas se conocen casos en donde no se encontraron restos culturales; sin embargo, el suelo tiene las mismas características de las otras terras pretas, esto representa una ocurrencia de "Terra Preta" sin tiestos (Andrade, 1984). Tampoco debe reducirse el tema de las terras pretas a la región amazónica, pues algunos trabajos como el de Rodríguez Cuenca y el de Javier Aceituno, dan evidencia de que existen modificaciones similares en sedimentos arqueológicos de regiones fuera del bioma Amazónico.

Es importante que la arqueológica logre incorporar la mayor cantidad de proxys que se relacionen a un fenómeno. En el caso de la terra preta los estudios que se han ejecutado por más de un siglo, dan evidencia de que a medida que se realizan estudios interdisciplinarios en donde se integran indicadores ecológicos en los estudios arqueológicas se pueden obtener resultados más concluyentes y próximos con la realidad. Para lograr una mejor comprensión del origen y la formación de estos suelos será importante desglosar aspectos del medio ambiente como las fuentes hidrográficas, la composición de los suelos, la topografía, la fauna, la flora, entre otros, y entender cómo estos se relacionan entre sí y con la actividad humana, pues como planteaba Butzer: “ nuestro objetivo final es la determinación de la interrelación entre cultura y medio ambiente, otorgando especial relevancia a la investigación que se plantee una mejor y mayor comprensión de la ecología humana de las comunidades prehistóricas” (Butzer, 1989, pág. 5) Para esto, se hace necesario recurrir a diferentes disciplinas y diferentes indicadores, que nos permitan entender mucho mejor los fenómenos que rodean la vida de las poblaciones humanas que viven en las zonas aledañas a las terras pretas.

 CONCLUSIONES

A pesar de que la evidencia arqueológica hallada en estos suelos habla de cierta conexión entre los mismos y el humano, y de que posiblemente la acción humana sí incidió en la formación de estos, debe recopilarse más información que permita hablar de estos suelos como verdaderos suelos antrópicos. Si bien los restos de actividades humanas hallados en estos lugares son innegables, hay que señalar que en muchos casos la composición química de los suelos no refleja de forma tan drástica y notoria la acción antrópica en la formación de estos, como sí puede apreciarse al momento de analizar a simple vista los horizontes del suelo. Además, es importante volver a cuestionarse a cerca de la intencionalidad humana en la creación de estos sitios, si fue algo fortuito, resultado de arrojar basura allí y de realizar quemas controladas que aportaban cenizas y carbón al suelo, o si se hacía con la idea e intensión de abonarlos para luego usarles en actividades agrícolas. Cabe resaltar que no son las ocupaciones humanas las que producen suelos antrópicos negros. Antes bien, las ocupaciones humanas generaron depósitos de sedimentos enriquecidos que son transformados, por los procesos pedogenéticos, en suelos antrópicos negros con el paso del tiempo” (Arroyo Kalin, 2017, pág. 114)

Finalmente, lo que sí es muy probable es que cerca de estas terras pretas hubo presencia de grupos humanos, que al parecer eran numerosos como lo evidencian las crónicas españolas del siglo XVI, y la cantidad de basura hallada en los registros arqueológicos. Así mismo parece que estas comunidades habían estado en estos espacios por largos periodos de tiempo, lo que nos ayuda a concluir que entre las terras pretas y los humanos ha existido una relación de cercanía que se ha mantenido por siglos, y que, si bien su posible origen está influenciado por la actividad humana, aun no es seguro si hubo intensión o no en la formación de estos suelos.

 

 BIBLIOGRAFÍA

 

Aceituno Bocanegra, F. J., & Castillo Espitia, N. (2005). Mobility strategies in Colombia’s middle mountain range between the early and middle Holocene. Before Farming: The Archaeology and Anthropology of Hunter-Gatherers, 1-17.

Andrade, Á. (1984). Estudio arqueológico de los antrosoles de Araracuara (Amazonas). Boletín Museo del Oro, 35-40.

Arroyo Kalin, M. (2017). Las tierras antrópicas amazónicas: algo más que un puñado de tierra. En S. Rostain, & C. Jaimes Betancourt, Las Siete Maravillas de la Amazonía precolombina (págs. 99-117). La Paz: Plural editores.

Butzer, K. (1989). Arqueología, una ecología del hombre. Método y teoría para un enfoque contextual. Barcelona: Bellaterra.

Morán, E. (2003). La ecología humana de los pueblos de la amazonia. Madrid: Fondo de Cultura Económica.

Morcote Ríos, G., & León Sicard, T. (2012). Las Terras Pretas del Igarapé Takana. Un sistema de cultivo precolombino en Leticia-Amazonas, Colombia. Bogotá D.C.: Universidad Nacional de Colombia.

Rodríguez Cuenca, J. V. (2018). Las tierras negras en la mitología y arqueología de la vertiente sureste de la Sierra Nevada de Santa Marta, La Guajira. Revista Colombiana de Antropología.

 

 Realizado por: Juan David Henao Agudelo

Monocultivos y recurso hídrico en el municipio de Fredonia, Antioquia

 INCIDENCIA DE LOS MONOCULTIVOS SOBRE EL RECURSO HÍDRICO DEL MUNICIPIO DE FREDONIA, ANTIOQUIA

Fotografía de Jaiver Ibarra Trujillo.

El municipio de Fredonia hace parte de los 23 municipios que conforman el suroeste antioqueño y que comparten problemáticas relacionadas con el agua y los monocultivos. La llegada de nuevos modelos de desarrollo implico cambios en las actividades agrícolas que tradicionalmente se dieron en el municipio. Estos cambios en los usos del suelo han generado cambios abruptos en los paisajes y en las formas de vida tradicional, siendo lo más preocupante la afectación al recurso hídrico.

En el caso del suroeste antioqueño, el paisaje actual, empieza a evidenciar una homogeneidad como consecuencia de los modelos agro-extractivistas en los que podría mencionarse en mayor medida los monocultivos de pinos, aguacates y cítricos. Estos modelos, además de poner en riesgo la autonomía y seguridad alimentaria, incide en la calidad y la existencia de agua como bien común al causar la perdida de la diversidad cultural y ecosistémica.

Se hace conveniente realizar un acercamiento crítico y reflexivo a las incidencias en que este tipo de modelos de economía (monocultivos), están incidiendo en las valoraciones tradicionales del territorio, excluyendo los elementos que posibilitan un buen vivir y que hacen parte de lo sagrado para la vida para las comunidades del suroeste antioqueño. Esto lleva a cuestionar ¿se está cultivando el agua en el municipio de Fredonia?


Realizado por Carlos Hernan Mejía Escobar, Jaiver Ibarra Trujillo y Estefanía Torres Celis. 


Extractivismo y neoextractivismo. El caso de la palma africana en Colombia

 EXTRACTIVISMO Y NEOEXTRACTIVISMO. EL CASO DE LA PALMA AFRICANA EN COLOMBIA

Alianza Biodiversidad (2023).

Inicialmente, cabe señalar que, a partir del siglo XVI con la expansión de Europa por todo el planeta junto con sus ideales de civilización, modernidad y desarrollo, más su concepción antropocéntrica de la vida, comienza a darse la explotación excesiva de los recursos naturales. Se empieza a gestar un modelo de desarrollo basado en la extracción y apropiación de la naturaleza a través de actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales, que no son procesados (o lo son limitadamente), y que posteriormente pasan a ser exportados (Gudynas, 2009). Este nuevo estilo de desarrollo sería conocido como el extractivismo, y tendría serías implicaciones sobre las sociedades humanas y los ecosistemas en donde operaba.

 Dicho modelo pasaba por alto la estructura de significaciones de aquellas culturas que eran ajenas a la europea, mientras que creaba la certeza de que los problemas del modelo podían solucionarse con cambios técnicos y transformaciones sociopolíticas (Giraldo, 2018). Además, tendía a caer en:

el generalizado error consistente en aplicar ahistóricamente los conceptos, técnicas y prácticas de la economía de mercado a todas las manifestaciones culturales y epocales, propios de la manía ‘civilizatoria’ y clasificatoria en la que muchas expresiones son excluidas, minusvaloradas e invisibilizadas (Quijano Valencia, 2016)

Otra de las características de este modelo es que cada vez exige “mayor cantidad de materias primas y energías, lo cual se traduce por una mayor presión sobre los bienes naturales y territorios” (Svampa, 2019, p.18). Esta necesidad de territorios para explotar genera que se expropie y despojen grandes extensiones de suelo, provocando disputas y enfrentamientos entre poblaciones y grandes actores económicos, lo que en muchas ocasiones terminaría repercutiendo en temas como la violencia y la pobreza.

La pretensión de edificar y consolidar una sola explicación para fenómenos sociales, culturales y biofísicos, no dejaba vislumbrarlos claramente al excluir ciertas partes de él, dificultando el reconocimiento de la conexión existente entre el extractivismo y los diferentes factores sociales y ambientales con los que se relacionaba. De igual manera limitó el conocimiento de la naturaleza a un modelo en específico, lo que ha favorecido “la coordinación universal de la vida y el desenvolvimiento de los sujetos, los espacios socio/naturales y los saberes” (Quijano Valencia, 2016).

Dicha limitación en el conocimiento de la naturaleza ha generado concepciones reduccionistas sobre esta, ocasionando que -en el mejor de los casos- se le considere como una maravilla de gran complejidad fruto de la manifiesta sabiduría del dios creador de todo lo que existe, o que en otros casos sea vista única y exclusivamente como una despensa, olvidando que es un agregado de agua, tierra y cielo que interactúan entre sí, y en donde todo aquello que es “asequible a nosotros forma un sistema, una concatenación general de cuerpos, entendiendo aquí por cuerpos todas las existencias materiales, desde los astros hasta los átomos” (Engels, 1886, p. 48).

Las alteraciones que provocan los procesos de extracción en la naturaleza pueden ser muy variables. En el caso del aumento de la frontera agrícola, ganadera y minera se ha impactado especialmente a las fuentes hídricas, los suelos y la biodiversidad, sin olvidar que también se ha afectado aspectos como la alimentación y salud de poblaciones humanas. La expansión de la agricultura, por ejemplo, ha afectado el ecosistema a través de procesos de deforestación, erosión de suelo, sedimentación de fuentes hídricas, eutrofización, entre otros. La expansión de la frontera ganadera también ha afectado considerablemente las fuentes hídricas al favorecer la presencia de gran cantidad de coliformes en el agua, bien sea por contaminación difusa o por vertimiento directo, además la compactación que sufren los suelos los deteriora considerablemente.

Tanta es la interconexión que existe entre los elementos de la naturaleza que la deforestación en zonas Andinas y Amazónicas, con el fin de aumentar la agricultura, la ganadería extensiva y la minería, han cambiado la vida de muchas comunidades ribereñas que habitan a orillas de pequeñas quebradas o de grandes ríos como Cauca y Magdalena.

Dentro de dicho panorama en América Latina surge una categoría analítica conocida como neoextractivismo, que permite describir y explicar este modelo extractivista desde el ámbito social, político-territorial y medio ambiental a partir de una escala nacional, regional o local. Se hace necesario comprender la complejidad de este modelo, sobre todo porque estas grandes modificaciones del entorno como respuesta a las nuevas necesidades humanas repercuten indudablemente en la organización, estructura y funcionamiento del sistema (Rappaport, 1985).

Mucha de la información socavada hasta la fecha evidencia el considerable impacto negativo que ha tenido este modelo de desarrollo en el ámbito económico, social y ambiental, además evidencia su limitada contribución al genuino desarrollo de las sociedades humanas que constituyen los actuales Estados-nación. A pesar de esto, el extractivismo goza de buena salud dentro de los actuales Estados latinoamericanos progresistas o conservadores, los cuales hacen poco por reconstruirlo. Además, continúa siendo vista como la mejor alternativa para alcanzar los tan anhelado ideales de desarrollo, de ahí que se promuevan medios para incrementarlas, a pesar de que éste mantiene un estilo “basado en la apropiación de la Naturaleza, que alimenta un entramado productivo escasamente diversificado y muy dependiente de una inserción internacional como proveedores de materias primas” (Gudynas, 2009, p.188) Sin embargo, no debe pasarse por alto que, frente a este modelo cada vez se van generando más reacciones de oposición entre las sociedades.

En conclusión, se puede decir que, a pesar de los efectos colaterales del extractivismo en las diferentes esferas de la realidad humana, este sigue manteniendo su vigencia e importancia dentro de los actuales gobiernos latinoamericanos y mundiales. Sumado a esto, son apreciables los pocos esfuerzos realizados para modificar este modelo y contrarrestar o apaciguar sus repercusiones sobre la vida en general. Se mantiene dicha estructura de apropiación de los espacios y los recursos. Pareciera a simple vista que lo único que ha cambiado entre el extractivismo y el neoextractivismo es cómo y quiénes se quedan con las riquezas , mientras que los problemas sociales y ambientales que surgen como consecuencia de ello continúan a la espera de que los grupos humanos les den la relevancia que requieran y logren entender que nada en la naturaleza ocurre de modo aislado y que este extractivismo ha generado cambios en el planeta que requieren de una reestructuración de la vida humana.

La palma africana en Colombia

 Enlaces de interés





Bibliografía

Engels, F. (1886). Dialéctica de la naturaleza. Obtenido de Livros Grátis: http://livros01.livrosgratis.com.br/bk000224.pdf

Giraldo, O. F. (2018). Ecología política de la agricultura. Agroecología y posdesarrollo. San Cristóbal de Las Casas: Ecosur.

Gudynas, E. (2009). Diez tesis urgentes sobre el nuevo extractivismo. Extractivismo, política y sociedad, 187-225.

Quijano Valencia, O. (2016). Ecosimías : Visiones y prácticas de diferencia económico/cultural en contextos de multiplicidad. Popayán: Universidad del Cauca.

Rappaport, R. (1985). Naturaleza, cultura y antropología ecológica. En H. Shapiro, Hombre, cultura y sociedad (págs. 261-292). México: Fondo de Cultura Económica.

Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. Bielefeld: Universidad de Bielefeld.

 

AngloGold Ashanti en Colombia

SERIE WEB DOCUMENTAL "HISTORIAS QUEBRADAS" 

AngloGold Ashanti es una multinacional sudafricana que pretende explotar oro, cobre y otros metales, en los departamentos de Antioquia y Tolima. Conoce los detalles de su actuar antiético y violento en la serie web documental Historias Quebradas.

https://anglogoldnostoca.com/index.php/serie-web-completa/






Contaminación Río Cauca en el departamento de Antioquia

 

CONTAMINACIÓN POR MERCURIO EN LA CUENCA MEDIA DEL RÍO CAUCA: PROBLEMAS DE SALUD EN LAS POBLACIONES DE LOS MUNICIPIOS CONTIGUOS AL RÍO EN EL DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA.



[Fotografía de autor anónimo][1]  (Río Porce. 2018]

Resumen

El aumento en la extracción de oro ha incrementado el deterioro de los suelos, el agua y el aire, en parte, debido al uso de metales pesados. Ante esto, el siguiente artículo tiene como objetivo realizar un análisis sobre la contaminación de la cuenca media del río Cauca por causa del mercurio empleado en la minería de oro, así como su efecto en la salud de las sociedades humanas que habitan en los municipios contiguos a su ribera en el departamento de Antioquia. Para ello, fue necesario identificar la ubicación de los diferentes proyectos mineros y su cercanía con fuentes hídricas, además, de recopilar información sobre los problemas de salud que registran las personas de estos municipios teniendo en cuenta no solo su ubicación, bien sea de influencia directa e indirecta del río, sino también aspectos como la clase de contacto, el tipo de mercurio, la volatilidad de este y su capacidad de incorporarse en los ecosistemas. Como resultado se obtuvo que la alta movilidad del mercurio, que puede ser arrastrado grandes distancias con respecto a los lugares donde son vertidos inicialmente, más la ilegalidad en que se desarrolla gran parte de la minería de oro y la automedicación entre mineros y comunidades próximas al río, implica serias dificultades para establecer una relación directa y significativa entre la extracción de oro y los problemas de salud vinculados a este metal pesado utilizado en la minería.

Palabras clave: río Cauca, contaminación, proyectos extractivistas, minería de oro, mercurio, salud.

 

Introducción

Las actividades extractivas, como la minería, pueden definirse desde la postura de Gudynas (2009) como un modelo de desarrollo basado en la extracción y apropiación de la naturaleza a través de actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales, que no son procesados o lo son limitadamente. Dichas actividades producen notables reconfiguraciones socioespaciales, por lo que habría que tener en cuenta las implicaciones que este modelo tiene sobre los ecosistemas y las sociedades humanas, especialmente si se considera lo propuesto por Claudia Composto (2012) basada en Galafassi y Dmitriu:

La instalación de megaproyectos extractivos implica la completa reconfiguración de los territorios de destino, subsumiendo las relaciones sociales, productivas, ecológicas y políticas a una lógica puramente instrumental que conlleva la ruptura de lazos comunitarios, la destrucción de las economías regionales, la pérdida de diversidad cultural y la degradación de las condiciones ambientales (pp. 338).

Uno de los mayores problemas en la ejecución de dichos proyectos extractivistas es la contaminación medio ambiental que ocasionan. En el caso de la minería, los remanentes químicos de la extracción de minerales han generado altos niveles de contaminación medioambiental por elementos como mercurio (Hg), cadmio (Cd), cromo (Cr) y plomo (Pb) (Lozada, 2011). Si bien, cada uno de estos elementos químicos se encuentran de manera natural en el ambiente, y sus concentraciones naturales, por lo general, no perjudican las diferentes formas de vida, actualmente, el aumento de dichos niveles por las acciones antrópicas ha ido generando complejos solubles de fácil transporte y distribución en los ecosistemas, los cuales se incorporan en la cadena trófica como propone Londoño Franco et al. (2016), convirtiéndose en un serio problema para la vida.

En la minería de oro, el uso de metales pesados como el mercurio ha generado serios problemas de degradación de las fuentes hídricas, de los suelos y del aire, esto por su mala disposición final. El mercurio sobrante de este proceso, en el mejor de los casos, se recicla, pero en otras situaciones es liberado al medio ambiente con pocos controles, lo que implica que se extienda por amplias zonas y pueda afectar, a corto y largo plazo, organismos vivos que de alguna u otra forma tienen contacto con este metal pesado, el cual se libera al ambiente a través de las aguas residuales, las colas de la flotación también conocidas como relaves y el vapor generado durante la quema de la amalgama para separar el oro; además, que puede depositarse en suelos por efecto del lavado del agua de lluvia o el rocío, y afectar a la flora y fauna, e inclusive a la población humana (Rocha Román, Olivero Verbel, & Caballero Gallardo, 2019).

La contaminación del medio ambiente, específicamente del recurso hídrico, del aire y de los suelos como resultado de la mala disposición de los residuos químicos generados durante la extracción de oro, se vincula con serias afectaciones en la salud de las personas, impactando en mayor medida a los mineros que están en contacto con el metal, a sus familias y a la población en general que dependen directa o indirectamente de los peces y otros organismos destinados a la alimentación (Doria Mesquidaz, Marrugo Negrete, & Pinedo Hernández, 2013). De esta forma, se puede prever una mayor susceptibilidad de sufrir problemas de salud en “las poblaciones ribereñas, para quienes los productos de la pesca constituyen la principal fuente de proteínas” (Rocha Román, Olivero Verbel, & Caballero Gallardo, 2019, pág. 94); y que, sumado a esto, encuentran en el agua extraída directamente del río y sus afluentes, el elemento indispensable para sus labores domésticas. Sin embargo, cabe resaltar que el nivel de afectación en la salud de las poblaciones, a causa del mercurio, varía considerablemente no solo de acuerdo a la ubicación de las mismas con respecto a las fuentes hídricas y a los procesos extractivos como la minería; sino también a variables como la forma de exposición - bien sea por inhalación, ingesta o vía cutánea - o la intensidad y frecuencia con que se está expuesto. También dependerá de la clase de mercurio que causa la intoxicación – mercurio elemental, mercurio orgánico, sales de mercurio (Ministerio de la Protección Social. República de Colombia, 2008). De igual manera debe tenerse en cuenta que la manifestación clínica de algunos de los problemas de salud vinculados a intoxicación por mercurio no se da en la inmediatez, sino que implican años para manifestarse.

Algunos de los problemas de salud vinculados a la intoxicación por mercurio, son el deterioro neuropsicológico, renal, pulmonar y autoinmune de las personas a medida que aumenta la exposición a dicho metal pesado. Además, son latentes los impactos intergeneracionales de mediano y largo plazo, los cuales se vinculan en muchas ocasiones con problemas congénitos y neuropsicológicos en los descendientes de las familias, así como se evidencia en el trabajo de Vargas y Quiroz (2011). Cuando este metal es ingerido suele ocasionar una irritación directa del tracto gastrointestinal, mientras que cuando es constante su inhalación puede afectar directamente a los pulmones y causar irritación de las vías respiratorias, neumonitis química y edema pulmonar, con la consecuente opresión torácica y dificultad respiratoria; sumado a esto, puede provocar náuseas, vómitos, dolores de cabeza, fiebre, escalofríos, calambres abdominales y diarrea, inclusive puede ocasionar fallos respiratorios y la muerte. También puede ocasionar gingivoestomatitis, fotofobia, temblores y síntomas neuropsiquiátricos como fatiga, insomnio, anorexia, timidez, abstinencia, depresión, nerviosismo, irritabilidad y problemas de memoria (Organización Mundial de la Salud, 2017). Debe ponerse en consideración el impacto de la exposición al mercurio en los fetos y neonatos, y tener en cuenta que esta puede ocasionar graves lesiones encefálicas  en el feto que se expresa después del nacimiento con trastornos motores y sensitivos, convulsiones, ataxia, disartria, temblores y ceguera; mientras que en los recién nacidos puede ocasionar alteraciones del sistema nervioso central sensitivo y motor, sumado a alteraciones mentales, renales y aun pancreáticas, desencadenando diabetes mellitus (Ministerio de la Protección Social. República de Colombia, 2008). Sumado a esto, no debe olvidarse que

estos metales pesados tienen el agravante de ser asociados con ciertos tipos de cáncer (Pollack et al., 2014), enfermedades del sistema nervioso central, endocrino y reproductivo (Burbure et al., 2006), malformaciones congénitas (Office of Research and Development, National Center for Environmental Assessment, 2001), enfermedades renales (Office of Research and Development, National Center for Environmental Assessment, 1987), detrimento del desarrollo mental de los niños, disminución en el cociente intelectual y problemas de comportamiento (Office of Research and Development, National Center for Environmental Assessment, 2014) (Zapata Rivera et al., 2018).

En el caso del territorio que compone la cuenca media del río Cauca, que es el segundo río más importante de Colombia después del río Magdalena tanto por su tamaño como por el número de pobladores que vinculan sus actividades productivas y su subsistencia a él; la extracción de oro es un fenómeno recurrente. Este se presenta a pequeña, mediana y gran escala, incluyendo formas de minería artesanal, exploratoria e industrial que extraen el oro a través de procesos fisicoquímicos que utilizan la gravimetría y elementos químicos como el mercurio. De acuerdo al informe río Cauca: la geografía económica de su área de influencia (2015), se pueda apreciar que a lo largo de toda la cuenca del río Cauca existen grandes demandas de recursos naturales para lograr ejecutar proyectos extractivistas vinculados a la minería, la agricultura, la ganadería y la generación de energía. Allí se da un conjunto complejo de procesos que relacionan a los diferentes sistemas sociales que se asientan en la cuenca entre sí y a éstos con el sistema natural, lo que puede dar paso a relaciones conflictivas entre las comunidades con su ambiente (García Charria, s.f.).

Frente a esto, y considerando que las cuencas hidrográficas se componen por subsistemas de tipo social, cultural, económico y biofísico en donde “la interacción entre el medio social y el sistema natural se fundamenta bajo tres aspectos: el medio natural como soporte de actividades de los sistemas sociales; fuente de recursos naturales; y receptor de residuos y efluentes” (García Charria, s.f. pág. 5), en el siguiente escrito se busca analizar el vínculo que existe entre la instauración de proyectos extractivos como la minería de oro, la contaminación de la cuenca media del río Cauca por metales pesados, más específicamente mercurio, y los problemas de salud en las poblaciones humanas que habitan en los municipios contiguos a su ribera en el departamento de Antioquia. Así mismo, se pretende evidenciar la necesidad de conciliar aspectos sociales, culturales, económicos, espaciales, físicos, químicos y biológicos para una mayor comprensión acerca de los problemas de salud vinculados al mercurio, considerando que la implementación de estas actividades productivas puede acarrear altos gastos en salud relacionadas con el manejo de enfermedades que guardan cierto vínculo con la contaminación medio ambiental.

Metodología

Para este trabajo realizó una investigación mixta que incluye datos cuantitativos y cualitativos. La idea era lograr un mayor entendimiento del fenómeno en estudio, puesto que el carácter mixto de la investigación permite utilizar evidencia de datos numéricos, verbales, textuales, visuales y simbólicos que mejoran la comprensión del evento. Además, se empleó este tipo de investigación dado que los métodos mixtos representan un conjunto de procesos sistemáticos, empíricos y críticos que conllevan a la recolección y el análisis de datos cuantitativos y cualitativos, así como su integración y discusión conjunta para realizar inferencias producto de toda la información recabada (Hernández Sampieri, 2014). De igual manera el carácter ecológico mixto de esta investigación sugiere “relaciones entre variables de acuerdo con el marco teórico, comparando el evento de estudio en un lugar en diferentes momentos, o comparando el evento en el mismo periodo en lugares diferentes” (Cardona Arias, 2015, p. 42-43).

Por otra parte, la investigación tiene un interés descriptivo y explicativo. Uno de sus objetivos es describir e identificar el fenómeno, sus propiedades y características, al igual que las situaciones, los contextos y sucesos más relevantes del fenómeno, es decir, entender cómo es y cómo se manifiesta. De otro lado, busca explicar las causas de los eventos y fenómenos físicos o sociales, así como las razones por las cuales ocurre el fenómeno y las condiciones en que se manifiesta, o por qué se relacionan dos o más variables (Hernández Sampieri, 2014). De acuerdo a esto, se buscaba ayudar a entender la magnitud del problema ambiental y de salud como resultado de la extracción de oro, al tiempo que se pudieran identificar posibles factores de riesgo y entablar asociaciones entre múltiples variables y eventos.

Para este trabajo se empleó información entre los años 2005 y 2018. Se tomó como muestra a la población de la mayoría de los municipios contiguos al río Cauca en jurisdicción del departamento de Antioquia. En total se incluyeron 29 municipios del departamento, los cuales fueron: Caramanta, Valparaíso, Támesis, Fredonia, Jericó, Tarso, Venecia, Salgar, Concordia, Titiribí y Betulia, Armenia, Ebéjico, Anzá, Soparán, Santa Fe de Antioquia, Olaya, Buriticá, Liborina, Sabanalarga y Peque, Toledo, Briceño, Ituango, Valdivia, Tarazá, Cáceres, Caucasia y Nechí (Mapa 1).

Mapa 1. Municipios de Antioquia contiguos al río Cauca.

Fuente: Elaboración propia, cartografía base Instituto Geográfico Agustín Codazzi - SIGOT.

Partiendo del hecho de que la cuenca del río Cauca en Antioquia abarca una gran extensión de territorio y gran cantidad de afluentes, así como considerable número de poblaciones humanas con características sociales, económicas y culturales particulares, se delimitó el área de estudio a los municipios que están en contacto directo con el río.

Para la recolección de datos se llevó a cabo una búsqueda documental que permitiera vislumbrar el panorama actual del río Cauca y de las poblaciones que usan esta fuente hídrica para su subsistencia en el departamento de Antioquia. Los datos cuantitativos obtenidos corresponden a informes y datos geográficos generados por entes gubernamentales como el DANE, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el Ministerio de Minas y Energía (Agencia Nacional de Minería), el Ministerio de salud (Observatorio Nacional de Cáncer), el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (Agencia Nacional de Licencias Ambientales), y el anuario estadístico de la gobernación de Antioquia. Sumado a esto, se obtuvo información geográfica del movimiento social y activista Tierra Minada. Dentro de las variables consideradas están el número de pobladores de cada municipio, las necesidades básicas insatisfechas, la cobertura residencial de agua potable, la cobertura del servicio de acueducto, la cobertura del sistema de salud, los casos reportados de intoxicación por mercurio, la mortalidad por neoplasias, tumores malignos y diferentes tipos de cáncer como el de estómago, tráquea-pulmón y colon. También se incluyeron variables como: el número de hectáreas reconocidas para la extracción de minerales, así como la producción total de oro por cada municipio.

Con esta información se realizaron análisis multivariados entre factores como: el total de áreas destinadas a minería, la producción de oro, la mortalidad por tumores malignos y neoplasias vinculados con metales pesados, así como el cáncer de estómago, colon, y pulmón; también se consideró el índice de necesidades básicas insatisfechas, el acceso a agua potable y a servicios como salud y acueducto.  Para ello, se emplearon: el Programa Estadístico para Ciencias Sociales (SPSS) el cual permitió establecer la relación estadística existente entre diferentes variables, y el Sistema de Información Geográfica (QGIS) que facilitó la determinación de relación espacial entre los datos, y de igual manera permitió la modelación y representación espacial y temporal de los eventos.

También se tuvo en cuenta información de carácter cualitativo provenientes de diversas investigaciones. Uno de los recursos empleados fue el Informe de estudios realizados en relación con la exposición a mercurio (2018), allí el gobierno de Colombia, a través del Ministerio de Salud y Protección Social, presenta un gran número de investigaciones realizadas en torno al impacto del mercurio en la salud. Además, muestra un breve resumen del resultado de las investigaciones y de la situación epidemiológica en el país como resultado de la exposición a este metal pesado. Otra parte de los datos corresponden a información generada desde centros académicos donde se analizan las características del mercurio, su uso y manejo en la minería, su incorporación en la cadena trófica - agua, aire, suelos, animales, plantas -y su incidencia en la salud de las poblaciones humanas. Algunos de los trabajos consultados son el de Machado et al (2011), Vargas y Quiroz (2011), Corredor Rodríguez (2013), Londoño Franco et al (2016), Zapata Rivera et al (2018), Rocha et al (2018), Holguín et al (2018), entre otros.

Asimismo, con el fin de ampliar la información, se realizaron dos entrevistas semiestructuradas. Una se realizó a un mecánico que se ha dedicado a realizar actividades de reparación de maquinaria amarilla en contextos mineros de municipios del Nordeste antioqueño como: Yalí, Yolombó, Amalfi, Vegachí, Segovia, Remedios; en el Bajo Cauca: Caucasia, Cáceres, Tarazá, Zaragoza, El Bagre y Nechí; en el Magdalena Medio: Maceo; en el Sur de Bolívar: San Pablo, Santa Rosa y Cantagallo; en el Valle del Cauca: Rio la vieja; y en el Chocó: en Tadó y en el río San Juan. Mientras que la otra entrevista se le hizo a un biólogo de la Universidad de Antioquia, quien ha trabajado el tema de la contaminación por mercurio en peces del medio río Atrato.

La idea de involucrar diferentes actores y fuentes de información fue contrastar y entender muchos de los datos cuantitativos obtenidos de fuentes oficiales, puesto que uno de los mayores problemas, en cuanto a la información recabada, es que existe gran cantidad de minería ilegal a lo largo de toda la cuenca del río Cauca en Antioquia, lo que genera subregistros sobre el total de puntos de explotación minera y su real incidencia en el agua y en la salud de las personas. Además, los problemas de acceso a salud y el recurrente autodiagnóstico y la automedicación tampoco permiten que los datos hallados sean totalmente fiables, lo que hace necesario apelar a las versiones de personas involucradas en el fenómeno.

Resultados                                                                                                                                         

Inicialmente, debe tenerse en cuenta que las actividades extractivas, entre ellas la extracción de oro, pueden implicar considerables reconfiguraciones en los territorios donde son ejecutados. En algunos casos pueden percibirse considerables cambios como resultado de estas actividades, entre ello alteraciones en la salud de las personas (Figura 1).

Figura 1.  Implicaciones medioambientales y sociales de los proyectos extractivos.

 Elaboración propia.

Históricamente, en muchos lugares de lo que actualmente se conoce como Colombia, se ha dado la extracción de minerales preciosos. Según Robert West, “en el Nuevo Mundo, la colonización española se basó principalmente en la minería de oro y plata” (1972, p. 9). La cuenca del río Cauca, por ejemplo, poseía diversas regiones auríferas entre las que destacaban la región de Cartago-Anserma, la cual hacía parte de la provincia de Popayán y estaba próxima a territorios del suroeste de Antioquia como Caramanta. Por su parte en el territorio antioqueño se destacaba la región del Bajo Cauca y de Buriticá como zonas auríferas. Actualmente, gracias a información obtenida de Tierra Minada, se puede apreciar la intensidad de la extracción de minerales que realizan muchas poblaciones. En departamentos como Antioquia, cerca de grandes afluentes como el río Cauca, aún es notoria la extracción de estos como puede verse a continuación (Mapa 2).

Mapa 2. Zonas de actividad minera en Antioquia.

Fuente: Elaboración propia, cartografía base Instituto Geográfico Agustín Codazzi y Tierra Minada.

Partiendo de la información provista por una de las personas entrevistadas, más el apoyo de las fuentes bibliográficas, se pudo establecer que actualmente en el cañón del río Cauca, específicamente en el departamento de Antioquia, existen varios tipos de minería para la obtención de oro. Uno de los tipos de minería es la minería subterránea, de veta o socavón, en donde se extrae el mineral de cuerpos rocosos ubicados a considerables profundidades; otra es la minería a cielo abierto que implica la remoción de tierra a un nivel más superficial para la obtención del oro; y la minería aurífera aluvial la cual obtiene el oro de los sedimentos arrastrados por las fuentes hídricas.

Dichos tipos de minería pueden clasificarse a partir de las diferentes formas y escalas en que se presentan. La delimitación de la escala, en la cual se inscribe cada tipo de minería, se encuentra definida por la legislación, en la que se considera como criterio para esta clasificación, el número de hectáreas en que se realiza esta actividad. Así, el decreto 1666 del 21 de octubre de 2016, expedido por el Ministerio de Minas y Energía, clasifica la minería a pequeña escala, como aquella menor o igual a 150 hectáreas, a mediana escala desde las 150 hasta las 5.000 hectáreas y a gran escala a partir de 5.000 hasta las 10.000 hectáreas. Sumando a esto, la misma legislación hace alusión a la minería de subsistencia, diferenciándose de la minería a pequeña escala en su producción por mes, ya que según la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME), la Agencia Nacional de Minería (ANM) y el Ministerio de Minas y Energía – Viceministerio de Minas, está no debe superar los 30 gr/mes (Ministerio de Minas y Energía. República de Colombia, 2016).

En cuanto a las formas en que se presente la actividad minera, debe resaltarse su relación con las escalas antes mencionadas, puesto que la escala es la que demarca el área a explotar, condicionando las maneras, las técnicas y las herramientas que se deben emplear en cada una de estas. En cuanto a la minería de subsistencia, esta es mayormente realizada de manera artesanal empleando el método de barequeo para extraer y separar el oro del resto de metales. Está técnica, a escala artesanal, menciona la persona entrevistada, es realizada mediante una batea, una barra de metal y una pala, la cual muchas veces es modificada para sacar mayor cantidad de material; también se emplea lo que los mineros denominan jaguero[2] para recuperar solo el oro y desechar el resto de metales. En algunos casos, dentro de esta forma, se construyen cajones o matracas[3] hechas con madera para llevar a cabo el proceso de separación o clasificación gravimétrica de metales, lo que hace que sea más fácil y rápida la recolección del oro. Dentro de esta minería de subsistencia se lograron identificar más técnicas para limpiar y separar el oro. Una de ellas emplea derivados de plantas para realizar dicho proceso, la persona entrevistada menciona el uso de un árbol conocido por los mineros como suribio (Zygia longifolia) y otra planta que no se logró identificar plenamente, conocida como indio parado. Ambas especies vegetales, al parecer, cumplen la función de separar el oro de otros metales y sedimentos que lo rodeen, sin embargo, no son las únicas plantas usadas con este fin, pues según el trabajo de Arango Arroyave (2014) existe una mayor variedad de plantas que son empleadas en contextos mineros con el mismo propósito, las cuales no han tenido la atención suficiente ni han sido exploradas por la ciencia actual. Del mismo modo, se conoció el proceso químico para lavar oro mediante el uso de mercurio, el cual suele ser entre los más empleados y nocivos para el medio ambiente.

Por otro lado, dentro de la minería a pequeña y mediana escala, se determina el uso de motores, y en algunos casos retroexcavadoras que favorecen la recuperación y clasificación del material, diferenciándose de la minería de subsistencia, no solo en el área de captación de este metal, sino también en las técnicas empleadas para este fin. En el caso de la minería a gran escala, se puede apreciar la inclusión de retroexcavadoras y máquinas diseñadas para extraer gran cantidad de material de los ríos y suelos; esta forma de minería es desarrollada en muchos casos con ayuda de inversión extranjera.

Teniendo en cuenta la evaluación de los efectos en la salud de las poblaciones expuestas a vertimientos contaminantes por explotación minera en la cuenca del río Cauca (Ministerio de Salud y Protección Social. República de Colombia, 2019) se considera que las prácticas que mayor daño causan son las actividades mineras a mediana y pequeña escala que operan de manera informal. Según el Ministerio de Minas, esta clase de minería se define por poseer maquinaria de carácter privado y por no contar con ninguna declaración de producción ante el Estado (Amaya Ladino, 2018). Dicha situación resulta alarmante si se considera que entre el año 2010 y 2011 el 63% de las minas del país operaron sin los protocolos necesarios y el 86,7% operaron sin título minero. Además, debe tenerse en cuenta que, aun cuando la actividad minera opere bajo un marco legal amparado por protocolos para prevenir y controlar el uso de metales pesados, es probable que se siga produciendo algún tipo de contaminación medioambiental, por ello la necesidad de comprender las diferentes maneras en que especialmente el mercurio se dispersa en el territorio y se incorpora dentro de la cadena trófica.

En los diferentes tipos de minería ya mencionados, el mercurio suele emplearse con el fin de crear una amalgama, o aleación con otros metales como oro, que luego de ser calentada permite que se evapore el mercurio y que se extraiga el oro de las rocas, piedras, arenas u otros materiales en los que se encuentra (Naciones Unidas, 2015). Sin embargo, cabe resaltar que, este elemento químico no solo se evapora por las altas temperaturas que se usan para separarlo del oro, sino que se puede evaporar fácilmente a temperaturas ambiente, dejando en manifiesto su alta volatilidad y peligrosidad para los ecosistemas y los organismos vivos.

[Fotografía de autor anónimo]. (Río Porce. 2018].

Una de las principales características del mercurio es la capacidad de transformar su composición química una vez entra en contacto con otras sustancias u otros organismos. De esta manera, el mercurio que entra en contacto con el agua activa una acción bacteriana que lo transforma en metilmercurio, una forma mucho más tóxica del mismo elemento, el cual comienza a ser absorbido por especies que habitan estos ecosistemas como peces, mariscos y crustáceos (Ministerio de Salud y Protección Social. República de Colombia, 2019). Por lo anterior, debe tenerse en cuenta que las consecuencias del uso del mercurio en la salud humana se encuentran mediadas por su composición química, pues este puede presentarse de forma elemental u orgánica. Sin embargo, el impacto del mercurio en la salud de los humanos dependerá no solo del tipo de mercurio (elemental u orgánico) con que se está en contacto, sino también de la forma en la que ingresa al organismo bien sea por inhalación, ingesta o absorción a través de la piel y las membranas mucosas. Así mismo, se deberá tener en cuenta la frecuencia e intensidad con que se está expuesto.

Es importante tener en cuenta que el proceso de transformación de mercurio elemental a mercurio orgánico se asocia a diferentes afecciones de salud. De acuerdo con esto, el Ministerio de Salud y Protección social (2019), señala que el mercurio elemental ocasiona particularmente afecciones a nivel de: Sistema nervioso central, sistema renal, sistema cardiovascular, a nivel cutáneo y efectos en el aparato respiratorio; mientras que el mercurio orgánico derivado de diferentes procesos bioacumulativos, afecta mayoritariamente a el sistema nervioso, el aparato cardiovascular y el sistema inmunológico. Es importante aclarar que este último tipo de mercurio se concentra mayormente en peces y mamíferos predadores, afectando considerablemente la seguridad alimentaria de las comunidades que tienen dentro de su cadena trófica a estas especies.

La cercanía de algunas comunidades a zonas con altas concentraciones de mercurio las hace más vulnerables a padecer los efectos de la intoxicación por este metal, sea de manera crónica o aguda. En el caso de la intoxicación aguda los síntomas que se presentan son: visión borrosa, pérdida auditiva, alteración de olfato y gusto, ataxia, disartria, alteraciones psiquiátricas y somato sensoriales; en el caso de intoxicación crónica, los síntomas más frecuentes se asocian a alteraciones somatosensoriales como dificultad para percibir presión y temperatura. De igual manera, “se ha señalado que la exposición crónica a concentraciones bajas de metilmercurio durante el embarazo está asociado con alteraciones en el coeficiente intelectual” (Ministerio de Salud y Protección Social. República de Colombia, 2019, pp. 19)

Por su parte, estudios realizados en el municipio de Segovia lograron establecer alteraciones neuropsicológicas y problemas cognitivos en mineros y familiares que estuvieron expuestos al mercurio. La situación de la población de menores de edad es alarmante, puesto que, al identificarse problemas neurológicos y cognitivos en los hijos de mineros, los cuales posiblemente están asociados al mercurio, se evidencian los probables defectos congénitos a mediano y largo plazo que tiene la intoxicación por este metal pesado. Los resultados de la investigación evidencian afectaciones cognitivas a nivel del lenguaje, funciones ejecutivas, memoria y atención, y sugieren que dichas alteraciones cognitivas no se asocian a las variables de edad, sexo o grado escolar, agregando que “es importante exponer el hecho que las áreas cognitivas evaluadas en este estudio y en las que se presentan las mayores prevalencias de escolares alterados han sido reconocidas y asociadas a la exposición de mercurio en otros estudios”(Vargas & Quiroz, 2011, pp. 467).

De acuerdo con lo mencionado, la extracción de oro implica el uso de elementos químicos que resultan altamente perniciosos, tanto para el ecosistema como para la salud de los humanos, pues al incorporarse dentro de la cadena trófica, bien sea por medio del suelo, aire, agua, plantas, semillas y forrajes; se puede convertir en un verdadero problema. Si bien se reconoce el impacto negativo que puede tener el mercurio en el medio ambiente, dada su volatilidad, es necesario indagar por el vínculo que hay entre su uso y las afectaciones en las sociedades humanas en zonas de influencia directa e indirecta. Lastimosamente, en ocasiones es difícil establecer los verdaderos alcances de la contaminación por mercurio en el espacio. Por una parte, porque, tal como lo señala el biólogo de la Universidad de Antioquia entrevistado, en ocasiones la ilegalidad bajo la que se desarrolla la extracción de oro implica que sea muy difícil ubicar los entables mineros, haciendo más complicado relacionar la distancia entre los sitios de extracción y las concentraciones de mercurio.  De otra parte, la alta movilidad y capacidad de transformarse químicamente que tiene este metal pesado y el considerable número de factores que influyen en su desplazamiento como la altitud y la presión atmosférica; las corrientes, la sedimentación y el estado trófico de los cuerpos de agua, entre otros, hace mucho más complicado su rastreo y trazabilidad.

A pesar de que distintos autores demuestran que, el uso del mercurio en la extracción de oro tiene considerables impactos negativos para la salud de las personas inmersas en estas actividades mineras, sus descendientes y la población en general, a partir de los datos cuantitativos hallados y utilizados en esta investigación no fue posible establecer a plenitud un vínculo entre la extracción de oro y la mortalidad por tumores malignos y diferentes tipos de cáncer como el de estómago, colon, pulmones, tráquea y neoplasias (Mapa 3).

Mapa 3. Mortalidad por tumores malignos, neoplasias, cáncer de estómago, colon, pulmón y tráquea en 2005 y 2018.


Fuente: Elaboración propia, cartografía base Instituto Geográfico Agustín Codazzi y DANE.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos resultados se pueden deber a posibles subregistros ocasionados por la considerable participación de la minería ilegal en la extracción de oro (López Suárez, 2020), lo que suele vincularse con temas de violencia que dificultan el acceso a cierta información. Otro de los motivos a considerar es el tiempo en que se manifiestan clínicamente estas enfermedades, pues algunas pueden aparecer a mediano y largo plazo, incluso tener un carácter hereditario. También debe tenerse en cuenta el papel del Estado en la creación de nuevas normas que permitan un mejor manejo del mercurio, al tiempo que promueve su desuso bajo consideraciones medioambientales y epidemiológicas (Ministerio de Salud y Protección Social. República de Colombia, 2018). Finalmente, considerar la movilidad y volatilidad del mercurio, pues es fundamental para comprender mucho mejor el impacto en zonas de contacto directo e indirecto.

De otra parte, contrario a lo esperado, se evidenció una correlación negativa o inversa entre la producción de oro y los casos de muerte por cáncer. Es decir que, en algunas zonas donde se reconoce que hay gran extracción de oro, se presenta menos casos de cáncer que en municipios en donde es menor la extracción del mineral. Parte de esto puede explicarse gracias a lo narrado por el mecánico entrevistado, quien señaló que, ante las dificultades para acceder a servicios médicos, muchas de las personas que enferman seriamente migran a ciudades principales en búsqueda de atención. En otros casos, cuando se presenta algún tipo de problema de salud suele haber automedicación, se suele evitar ir donde un médico y se usan fármacos como el bactrim, que tienen precios cercanos a los 4.000 pesos por pastilla, bajo la presunción de que el problema de salud se debe a bacterias. En casos más drásticos, las personas aprenden a convivir con las molestias y rara vez piensan en visitar a un médico. Sin olvidar que en algunos casos los problemas de salud vinculados al mercurio, no se relacionan directamente con la actividad minera. Todo esto ha venido dificultando el registro y medición del verdadero impacto del mercurio en las poblaciones humanas, complicando la comprensión y la toma de medidas acertadas que ayuden a solventar el problema que este ha generado.

Respecto al vínculo entre la producción de oro y los casos de intoxicación por mercurio, sí se pudo establecer cierta correlación estadística. De acuerdo a los datos cuantitativos hallados en las fuentes oficiales, se aprecia la tendencia en la que a mayor extracción de oro hay mayor número de casos de intoxicación por este metal pesado. Si bien hay mucha más cercanía entre estas variables, es importante resaltar que podría ser mucho mayor, pues según el mecánico entrevistado, algunos mineros al tener síntomas como dolor de cabeza, mareo, náuseas o temblores lo que hacen es automedicarse. Algunos como ya se mencionó pueden vincular esta sintomatología con una infección bacteriana, sin embargo, otras personas que tienen síntomas persistentes por días deducen que se trata del mercurio sin hacer algo al respecto. Por su parte las personas que están próximas a las zonas mineras, y que no están en contacto con el metal, también pueden desarrollar problemas relacionados a intoxicación con mercurio, pues como proponen varios trabajos, la contaminación por mercurio puede afectar de igual manera a animales que constituyen la base de alimentación para las personas. En este punto es importante nuevamente recalcar la volatilidad del mercurio, pues si bien muchos trabajos evidencian los altos niveles de mercurio en algunas poblaciones humanas, según el biólogo de la Universidad de Antioquia, por los niveles hallados en los peces debería haber muchos más problemas de salud en las personas, habría que preguntarse entonces: ¿qué tanto del mercurio que contienen los peces se volatiliza al momento de ser cocido? y ¿ cómo esto influye en la determinación del impacto que tiene el mercurio en las zonas de contacto directo e indirecto a zonas mineras? Todo esto teniendo en cuenta que muchas personas evitan consumir peces del afluente o beber su agua sin antes hervirla.

Otro aspecto que podría vincularse con la aparición de estos problemas de salud relacionados con los metales pesados y la extracción de oro es la dificultad que tienen las poblaciones para acceder a agua potable. Para entender mejor esta situación es importante recalcar las notables diferencias que hay entre lo urbano y lo rural. Según la información obtenida de las distintas fuentes, la actividad minera suele verse en mayor medida en zonas rurales aledañas a fuentes hídricas. Si tenemos en cuenta que la población de estas zonas tiene menor acceso a agua potable (Figura 3), y en muchas ocasiones el agua que consumen representa un alto riesgo para la salud, no sería sorpresa que en estas zonas se presentaron mayores casos de problemas de salud vinculados al mercurio. Sin embargo, tanto en lo urbano como en lo rural, los datos son muy similares; y la correlación entre los problemas de salud vinculados a aguas contaminadas por metales pesados y el acceso a agua potable es muy poca.

Figura 3. Diagrama de barras sobre acceso a agua potable en zonas rurales y urbanas.


Fuente: Elaboración propia, datos obtenidos del Anuario Estadístico de Antioquia.

En cuanto a la intoxicación por mercurio y el acceso a agua potable, es destacable en la mayoría de los casos una correlación leve a la inversa, lo que sugiere que entre más acceso hay a agua potable menores son los casos de intoxicación, o, al contrario, entre menos acceso se tiene a agua potable mayor es el número de casos de intoxicación por mercurio. Ante esto debe tenerse en cuenta el argumento antes mencionado,  en cuanto a la confiabilidad de los registros sobre casos de intoxicación por mercurio, pues ante la dinámica del agua, la volatilidad del mercurio, las variadas condiciones medioambientales, la dificultad para ubicar los entables mineros y su relación con la contaminación del agua a diferentes distancias; más la movilidad de las personas y las diferentes prácticas que realizan  antes de consumir el agua o alimentos que puedan estar contaminados por mercurio y el autodiagnóstico y automedicación, se hace difícil establecer de forma clara y precisa la afectación en zonas cercanas y distantes a los sitios de extracción.

Discusión

Para este trabajo se optó por emplear fuentes de carácter oficial que tuvieran a su disposición datos cuantitativos que sirvieran para entablar posibles relaciones espaciales y estadísticas entre actividades extractivistas, como la minería de oro, y problemas en la salud humana. Lastimosamente las dificultades en la obtención de los registros evidencian los problemas existentes a la hora de sistematizar y llevar un completo seguimiento de los temas concernientes a la salud y a las actividades mineras que se desarrollan en el departamento y en el país en general. Además, muestra que, al igual que hace siglos, la relación entre la extracción mineral y su efecto en el espacio y tiempo no ha sido estudiada sistemáticamente de forma que permita apreciar las verdaderas implicaciones sociales y medioambientales de este proceso. Si bien no se desconoce el aumento en las investigaciones al respecto, es un hecho que factores como la minería ilegal, y la violencia que se genera a su alrededor, dificultan la consecución de datos que ayuden a definir claramente las zonas de influencia directa e indirecta de la minería y su verdadera impacto en la vida de las poblaciones humanas.

Frente a dichos problemas, se destaca que la información utilizada para analizar la relación entre la contaminación medio ambiental y los problemas de salud, incluye de forma parcial variables como la volatilidad del mercurio y su facilidad de incorporarse en la cadena trófica, dando menor importancia a aspectos físicos, químicos y biológicos, y preponderando la acción antrópica. A pesar de ello, aspectos como la migración de las personas que se dedican a esta actividad a pequeña escala,  desarrollada principalmente por personas de zonas rurales y de otras ciudades que migran y ven en esta actividad una forma de sustento (Suarez, 2014) no son analizados a profundidad, ocasionando que se preste poca atención al hecho de que, aunque el problema de salud se presente en las zonas mineras o cercanas, los registros pueden generarse en las ciudades de origen de estas personas, lo que abre otro campo para explorar al relacionar la migración de las personas en regiones con actividad minera.

Si bien se hace necesario considerar las distancias y el posible contacto que tienen las personas ubicadas en los cascos urbanos y centros poblados con el río contaminado, definir las zonas de afectación directa e indirecta por el uso de metales pesados vinculados a la minería de oro es algo más difícil de lo que se cree ya que no responde a algo meramente espacial o temporal, sino que debe tener en consideración componentes abióticos como la geología, la geomorfología, los suelos, la hidrología, la hidrogeología, la geotecnia y la atmósfera. De igual manera se deben considerar temas bióticos como la flora, fauna e hidrobiota; así como asuntos socioeconómicos relacionados con lo político-organizativo, lo económico, las tendencias de desarrollo, lo demográfico, cultural y espacial (Autoridad Nacional de Licencias Ambientales. República de Colombia, 2016). Si a este grupo de componentes se suma el hecho de que exista más de un 60% de minería ilegal y que los entables mineros sean tan difíciles de localizar, sin olvidar la volatilidad y movilidad del mercurio, se aprecia un gran problema para establecer dichas zonas, lo que sigue complicando su delimitación y la comprensión total de su impacto.

Respecto a los tipos de enfermedades asociadas con residuos químicos derivados de la actividad extractiva de oro, debe señalarse que también existen serios inconvenientes a la hora de analizarlos, pues como señala Óscar Orrego, “una mayor contaminación no implica mayores tasas de morbilidad o mortalidad, pues las personas pueden evitar el contacto o consumo en el caso de agua contaminada” (Orrego, 2002, p. 69). Si bien se tienen claros los efectos, la sintomatología y los tratamientos médicos, debe tenerse en cuenta que las afectaciones en la salud humana derivadas de la contaminación del agua pueden entenderse a partir de los niveles de influencia que menciona el mismo Orrego (2002). De un lado, la influencia indirecta entre el agua contaminada y la salud se da cuando el recurso natural afectado es distinto al que finalmente está incidiendo sobre la salud humana, por ello la necesidad de comprender la incorporación del mercurio dentro de la cadena trófica. Por su parte, el nivel de influencia no específico se da cuando el impacto sobre la salud puede ser causado por una variedad de factores ambientales, sin que sea fácil determinar cuál o cuáles son los que están incidiendo sobre la salud; y la influencia a largo plazo que es cuando el impacto sobre el estado de salud no es detectado inmediatamente, sino que obedece a un periodo de incubación de los microorganismos que lo generan, como es el caso de los metales pesados presentes en cuerpos de agua, lo que hace que no sea posible establecer una relación inmediata, sino a mediano y largo plazo, inclusive de forma intergeneracional, sobre las causas que puedan estar asociadas a la contaminación.

Sumado a esto, deben ponerse en consideración las dificultades de acceso al servicio de salud, puesto que, como se identificó en esta investigación, los actores que participan de la actividad minera ilegal y las personas que viven en zonas aledañas a estas, no gozan de este servicio y mucho menos de una gran infraestructura médica para su atención, ocasionando que al enfermar se recurra al autodiagnóstico y la automedicación lo que también contribuye a que se generen subregistros que alteran las cifras y los resultados de los análisis.  De igual manera se vuelve importante investigar por las diferencias en la dieta y en las prácticas alimentarias de las poblaciones, pues debe tenerse en cuenta que, en el caso de los peces, la acumulación de mercurio depende incluso de la especie. Además, la preparación y cocción de los alimentos pueden incidir notablemente en la volatilización del mercurio y por ende en los casos de problemas de salud vinculados a este metal pesado.

En cuanto a la información relacionada al estado del agua, los análisis químicos realizados en todos los municipios analizados dejan mucho que desear. Por una parte, evidencian el deterioro del recurso hídrico en muchos lugares. Y de otra parte dejan ver que no existe un control periódico estricto sobre la calidad del agua, lo que hace difícil analizar las variaciones químicas y físicas del recurso hídrico en el tiempo, esto en parte porque hay zonas que por temas de violencia son casi impenetrables, dificultando aún más la recolección y seguimiento sobre la calidad del recurso hídrico. En el caso de los registros relacionados a la producción de oro en gramos, también hay considerables problemas para llegar a determinar las verdaderas cantidades de mineral extraído, pues la información disponible presenta cifras que no tiene en cuenta gran parte de la producción derivada de la minería ilegal o informal ya mencionada.

De acuerdo a lo anterior, se puede decir que mucha de la información cuantitativa hallada en fuentes gubernamentales, presenta inconsistencias que pueden estar relacionadas con asuntos vinculados al contexto en donde se desarrollan. Datos como las áreas de minería dispuestos en el tiempo, incluyendo zonas en las que se presentan títulos de explotación legal y actividad dentro del marco ilegal, dejan ver este problema para la generación de datos. Además, aspectos como la carencia de registros actualizados sobre minería ilegal a pequeña escala, lo cual se logró identificar en la entrevista realizada, en la que se mencionaba la normalidad de esta actividad en zonas alejadas donde la presencia estatal es nula, son otro claro ejemplo de las falencias de los registros. En cuanto a lo referente a la salud, la carencia de fuentes de datos o registro para caracterizar los protocolos individuales que practican las personas cuando se enferman, los cuales pueden incluir automedicación que muchas veces se encuentra mediada culturalmente empleando remedios caseros o una visita a la farmacia, también ocasionan que las cifras y registros obtenidos de diferentes fuentes no se ajusten a lo que logra percibirse; hecho que podría explicar la incoherencia o la alteración de los registros que no se logran relacionar directamente con la problemática tratada. Esta carencia de información concreta dificulta la formulación de soluciones que permitan trabajar sobre esta afectación y que promuevan modificaciones en términos de políticas públicas, que mitiguen y enfrenten dicha problemática.

Debe señalarse, que para plantear un modelo explicativo o de análisis, era necesario considerar el comportamiento de los datos, pues estos pueden evidenciar un patrón de comportamiento que sugiera una relación o por el contrario pueden demostrar la inexistencia de correlaciones. En el caso de esta investigación no se pudieron establecer claramente estos vínculos, sin embargo, no se considera conveniente descartar la existencia de relaciones y posibles causalidades entre las variables, sino que se plantea la necesidad de generar una reflexión en torno a la construcción de las mismas y de los datos que pueden estar vinculados a esta problemática. Pues, aunque se tiene cautela al emplear información cuantitativa, esta puede estar construida sobre parámetros que no tienen en consideración una importante cantidad de aspectos sociales, culturales, físicos, químicos y biológicos, lo que dificulta la comprensión del fenómeno, al mismo tiempo que complejiza el establecimiento de correlaciones.

Finalmente, cabe señalar que los problemas para la sistematización de información a causa de problemas de ilegalidad y violencia, se convierte en uno de los factores que limitan la construcción de un modelo idóneo con el cual poder establecer una relación directa entre los contaminantes derivados de la actividad minera y la salud humana. Si bien el material bibliográfico es abundante, sigue siendo insuficiente para entender la complejidad del fenómeno y para tomar decisiones totalmente acertadas para dar soluciones de raíz. A pesar de que el gobierno cada vez busca reducir el uso del mercurio, sigue siendo latente el hecho de que la minería ilegal continúa aferrándose a los territorios, afectando al ecosistema y todo lo que lo que lo constituye, como los humanos. Ante ello, se plantea la necesidad de incluir un mayor control por parte de los organismos nacionales, departamentales, regionales y municipales, en el registro y manejo de las actividades extractivas que pueden degradar el agua y el ecosistema en general. De igual manera es necesario que la academia se continúe involucrando en los problemas medioambientales, esto con el fin de hacer más visible dicha problemática, y motivar a la construcción de investigaciones que otorguen datos e información para emplear en la generación de propuestas que ayuden a resolver dicha situación.  Se espera que al haber un mayor número datos para las variables que puedan ser de interés, se obtengan mejores resultados que posibiliten la creación y ejecución de medidas que aseguren la conservación del medio ambiente y el derecho de las personas a gozar de un ambiente sano, tal como lo dispone la constitución colombiana.

Conclusiones    

Tal parece que, el medio ambiente y las sociedades humanas que se ubican en los municipios contiguos a la ribera del río Cauca y en su cuenca, se han visto alteradas por la intervención que se ha hecho con el objetivo de extraer recursos. La minería, y el notable aumento en la demanda de metales como el oro, ha terminado por ocasionar serias afectaciones, en diferente escala, a lo largo de toda la cuenca del río, propiciando cambios en el mismo y en los seres vivos vinculados a él.

Como vimos, determinar el impacto que tiene el mercurio empleado en la extracción de oro sobre la salud de las personas, es un tema de gran complejidad que requiere entender el asunto no solo desde un plano social, económico, cultural, espacial o temporal sino también químico, físico y biológico. Esto con el fin de comprender mucho mejor el actuar de este metal pesado, cayendo en cuenta que su influencia en la salud de las personas está determinada por la forma de exposición - bien sea por inhalación o ingesta - en grandes o pequeñas cantidades; por la clase de mercurio que causa la intoxicación – mercurio elemental, mercurio orgánico, sales de mercurio; por la alta movilidad y capacidad de transformarse químicamente que tiene este metal pesado y el considerable número de factores que influyen en su desplazamiento como la altitud y la presión atmosférica; las corrientes, la sedimentación y el estado trófico de los cuerpos de agua. De igual manera es necesario considerar aspectos sociales como el acceso a servicios de salud y agua potable, la movilidad de las personas, su dieta y las condiciones laborales en que se encuentran, entre otros, pues esto también influirá en la incorporación del mercurio en el organismo de las personas.

En cuanto a las zonas de impacto directas e indirectas, lo que se busca es destacar que deben considerarse no solo la ubicación de los entables mineros y los poblados humanos, pues como ya vimos muchas veces la ilegalidad en la extracción de oro ni siquiera permite identificar con claridad la ubicación de dichos entables lo que hace aún más difícil fijar las áreas de influencia de la mina y sus verdaderos impactos en la salud. Además, es importante tener en cuenta que el río recibe agua de gran número de vertientes, lo que hace muy probable que algunas de estas arrastran contaminantes y compuestos que resultan afectando comunidades distantes de los posibles focos de contaminación. Esto se convierte en un problema para identificar con certeza los posibles lugares y actores que contaminan el agua, así como dificulta reconocer el verdadero impacto que tiene la contaminación del agua sobre las poblaciones que habitan en los distintos lugares de la cuenca del río. Ante dicho panorama es necesario que se profundice en las investigaciones al respecto, entendiendo el problema no solo desde un plano social y epidemiológico, sino ahondando en aspectos biológicos que permitan un mayor entendimiento de las dinámicas de las fuentes hídricas y de los ecosistemas acuáticos, y químicos que ayuden a comprender el comportamiento del mercurio. Se espera que a futuro la información elaborada sirva para la toma de medidas pertinentes que ayuden a la protección del medio ambiente y de la vida en general.

 

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Realizado por: Juan David Henao Agudelo y Jaiver Ibarra Trujillo. 

 

 



[1] Ante las restricciones que existen en zonas mineras ilegales para el uso de celular, y la toma de fotografías, el entrevistado solicitó que se mantuviera en anonimato su identidad.

 

[2] Un jaguero es un recipiente de madera donde se dispone el oro junto con otros metales para ser separados.

[3] Las matracas son cajones pequeños de madera o aluminio que se usan para lavar el material que contiene el oro.