Pandemia de 1918 o Gripe Española

 

PANDEMIA DE 1918 O GRIPE ESPAÑOLA


Fotografía de National Geographic Historia

Factores sociales, económicos, demográficos, políticos, culturales, genéticos e inmunológicos pueden incidir en la aparición de una pandemia (Gómez & Gómez, 2019). En el caso de la pandemia de 1918, hay que señalar que esta proliferó, en parte, como resultado del desarrollo de la Primer Guerra Mundial, la cual generó migraciones, condiciones de pobreza, hacinamiento y problemas de higiene que estuvieron estrechamente relacionados con el carácter pandémico de esta enfermedad. En su momento se desconoció la causa de este problema de salud global, y solo años después se reconocería como culpable a un virus que mutaba constantemente y se expandía de forma acelerada, afectando y acabando con la vida de millones de personas.

Hipótesis de origen

El sitio donde posiblemente comenzó la mutación del virus y la transmisión a los humanos no es del todo segura. Algunos señalan que este pudo iniciar circulación entre los humanos en el Tíbet, China, no obstante, la información que respalda esta teoría es muy escasa. También se cree que la gripe surgió en España, aunque mucha de la información recolectada señala que esta se relaciona con el país Ibérico en especial por el cubrimiento que hizo la prensa española sobre la enfermedad, dando la idea de que era el único y más afectado país. Dado que el brote de esta enfermedad coincidió con la Primera Guerra Mundial, los medios impresos de los países en conflicto no hablaron al respecto, no por su inexistencia sino para no agravar más los problemas sociales ya presentes.

La teoría más probable acerca del lugar de origen de la infección es Estados Unidos, aunque no se sabe del todo si el virus mutó y se transmitió en este lugar, o si fue allí donde se manifestó por primera vez con más intensidad debido al alto flujo de migrantes y a las condiciones de hacinamiento de los reclutas del ejército. El caso es que el primer paciente diagnosticado con los síntomas de la enfermedad se presentó en el campamento militar Funston ubicado en Fort Riley, estado de Kansas, Estados Unidos: El 4 de marzo de 1918, Albert Gitchel, cocinero del campamento Funston en Kansas, se vio afectado por tos, fiebre y dolores de cabeza. El suyo fue uno de los primeros casos establecidos en la historia de la llamada gripe española (Martini, Gazzaniga, Bragazzi, & Barberis, 2019, pág. 64)

En cuanto a la manera en que la infección llegó a los humanos y se distribuyó, también existen tres hipótesis siendo una de ellas la más plausible. Una primera teoría resulta ser un tanto conspirativa, nada raro para un periodo de guerra y amenazas latentes, y señala que los agentes patógenos que causaron la pandemia fueron introducidos a Estados Unidos por los alemanes como una estrategia de ataque

Entre los Aliados, se rumoreó que los gérmenes causantes habían sido incrustados en la aspirina fabricada por la farmacéutica alemana Bayer, que los gérmenes habían sido liberados en la bahía de Boston por un barco alemán camuflado o que comandos alemanes llegaron en submarinos U-boot y dispersaron gérmenes en teatros y desfiles (González Bombardiere, 2007)

La segunda hipótesis señala las condiciones de vida de las personas como la culpable de la enfermedad. Aspectos como la insalubridad, el no acceso a salud y alimentos, la pobreza, el hacinamiento, sumado a las condiciones de vida tan precarias que se presentaron durante la Primer Guerra Mundial, sin duda incidieron y acrecentaron la propagación masiva de la enfermedad.

La tercera propuesta retomaba la teoría en la que el causante de la pandemia era un agente patógeno que presentaba una sintomatología muy parecida a la influenza que ya había causado pandemias en el pasado. A pesar de que se consideraba a un microorganismo como el causante de la enfermedad, en especial el bacilo de Pfeiffer, una bacteria identificada por primera vez en la mucosidad nasal de un paciente en 1889 y que, en su momento, se consideró el agente causal de la gripe (Martini, Gazzaniga, Bragazzi, & Barberis, 2019), aún era un misterio el verdadero culpable.

No obstante, para 1933 se esclarecería el panorama al lograr aislar por primera vez el virus de la Influenza y establecer que probablemente este había sido el responsable de esta pandemia: Los primeros virus de la gripe Influenza humana se aislaron y cultivaron en 1933. Se descubrió que los cambios graduales en las proteínas de la superficie del virus eran responsables de la recurrencia anual de las epidemias de gripe Influenza.” (Reid , Taubenberger, & Fanning, 2001, pág. 81)

El virus de la Influenza

La aparición de este virus probablemente fue resultado de la alta mutabilidad y capacidad de reordenamiento de su genoma, así como por los cambios antigénicos resultantes en las glucoproteínas de la superficie viral (Hemaglutinina y Neuraminidasa). La constante variación del virus de la Influenza se manifiesta con pandemias a lo largo del siglo XX e inicios de XXI.  

AÑO

NOMBRE

CEPA DEL VIRUS

1918

Gripe española

H1N1

1957

Gripe asiática

H2N2

1968

Gripe de Hong-Kong

H3N2

2003

Gripe aviar

H5N1

2009

Gripe porcina

AH1N1

La influenza suele diseminarse por pequeñas gotas de secreciones respiratorias presentes en el aire, o por el contacto con las manos de superficies contaminadas. El virus está presente en cerdos, caballos, murciélagos, humanos, perros y aves. En el caso de los humanos afecta principalmente a adultos mayores, niños y personas con trastornos médicos o enfermedades de base. Sin embargo, esta no fue la población más afectada por la gripe española, pues al parecer fueron los adultos jóvenes entre 15 y 45 años los que más sufrieron con esta pandemia.

Las vías respiratorias suelen ser la parte del cuerpo más afectada por la gripe. La incubación de esta puede tardar de 1 a 4 días y está sujeta a la dosis viral recibida por el hospedador, y también por el estado inmunitario de este. La infección de gripe causa la destrucción del epitelio del sistema respiratorio reduciendo la resistencia de invasiones bacterianas secundarias. (Carroll, y otros, 2016).

Al afectar las vías respiratorias, el virus las hace más propensas al ataque de infecciones secundarias como los neumococos, por eso, durante la pandemia de 1918 la mayoría de las personas moría por neumonía

Estos hombres comienzan con lo que parece ser un ataque ordinario de la Gripe o Influenza y cuando llegan al hospital, desarrollan rápidamente el tipo más vicioso de neumonía que se haya visto. Dos horas después del ingreso, tienen las manchas de Mahogany en las mejillas y pocas horas después puede verse la cianosis extendiéndose desde las orejas a toda la cara, hasta que se hace difícil distinguir negros de blancos. En cosa de horas sobreviene la muerte, es horrible (Murillo Godínez, 2011, pág. 463).

Estos síntomas de neumonía estaban acompañados de hemorragias nasales y en los pulmones, encefalitis que causaba fuertes migrañas, fiebres que superaban los 40°C, sangre en la orina como resultado de una posible inflamación de los tejidos del riñón, problemas de oxigenación en la sangre, lo que producía manchas en la piel, también estaba la posibilidad de caer en coma y en el peor de los casos morir.

De epidemia a pandemia

Es posible que el virus de la Influenza, causante de la pandemia de 1918, ya hubiera estado en circulación entre las personas para 1917. En ese mismo año Estados Unidos ingresa a la Primer Guerra Mundial como aliado de los franceses, y da inicio al reclutamiento masivo de soldados. Al parecer las condiciones de hacinamiento dentro de los campamentos militares, y la probable circulación del virus entre algunos soldados, hizo que la enfermedad se propagara más rápido. Algunas evidencias indican que el virus migró desde Estados Unidos hasta Europa cuando tropas estadounidenses llegaron para apoyar a los franceses. Si bien la enfermedad ya se comenzaba a manifestar, iba ser con su llegada a Europa que se propagaría por el resto del mundo hasta convertirse en una pandemia

en Francia se localizaba un posible foco de infección e, incluso, el lugar de inicio de la pandemia, específicamente en la base del ejército en Étaples (campo de tránsito principal), pues allí se daban las condiciones ideales para la incubación del virus de la influenza debido a la reunión y acúmulo de personas, y a su convivencia con aves de granja o migratorias y con cerdos (Gómez & Gómez, 2019, pág. 18)

Con la llegada del virus a Europa se inicia su dispersión. Al parecer luego de llegar a Francia el virus se desplazó hacia otros países del continente para luego llegar al norte de África, Asia y Australia

en Europa, la enfermedad se extendió por Francia, Gran Bretaña, Italia y España, causando estragos en las operaciones militares de la Primera Guerra Mundial. Tres cuartas partes de las tropas francesas y más de la mitad de las británicas enfermaron en la primavera de 1918. En mayo, la gripe afectó al norte de África, y después a Bombay (India); en junio, se registraron los primeros casos en China, y en julio en Australia (Martini, Gazzaniga, Bragazzi, & Barberis, 2019, pág. 64)

La rápida diseminación de la enfermedad conllevo a un gran número de muertos. Se cree que en solo ocho meses la pandemia logró acabar con la vida de 20 millones de personas. La oleada de muertes tuvo un comportamiento semejante a una W, en el cual había gran numero de contagios, que descendían paulatinamente y volvían a aparecer con gran numero de muertos en poco tiempo.

La primera oleada de contagios y muertes comienza en marzo de 1918. Paulatinamente el número de personas afectadas va disminuyendo, en parte, debido a medidas tomadas por los gobiernos para prevenir la expansión del virus como efectuar exámenes de salud a los inmigrantes que llegaban en barcos procedentes de Europa, internar en cuarentena a aquellos que presentaran síntomas de gripe, evitar reuniones en lugares cerrados, suspender las clases en escuelas primarias y secundarias y prohibir los espectáculos públicos (Luthy, Ritacco, & Kantor, 2018).

La segunda oleada de contagios resultó ser la más grave y letal de la pandemia. Esta se dio en el otoño de 1918 y se cree que causó cerca del 65% del total de las muertes. Al parecer su mortalidad se debió a mutaciones que sufrió el virus durante el tiempo que duró la primera oleada. Posteriormente, las muertes e infecciones comienzan a desacelerarse. En la primavera de 1919 vuelve a incrementarse la cantidad de enfermos, aunque en menor medida en comparación con la segunda oleada, no obstante, el número de muertes era considerable.

Luego de esta tercera oleada el virus comienza a causar menos muertes y contagios. Tanto las medidas preventivas para evitar el contagio de la gripe como la vacunación contra neumococos resultan ser de gran utilidad. Además, al parecer el cuerpo humano creaba rápidamente resistencia a este virus, haciendo menos probable y grave una segunda infección En los lugares que experimentaron tanto la ola de primavera como la de otoño, casi todos los observadores coincidieron en que las víctimas de la primera ola escaparon o sólo experimentaron una enfermedad leve en otoño (Reid , Taubenberger, & Fanning, 2001, pág. 82)

Actualidad

La identificación del virus en 1933 y su continuo estudio, permitieron establecer las cepas responsables de los contagios, así como los medicamentos y tratamientos adecuados para su manejo. En la actualidad, el análisis de la secuencia del genoma del virus de la Influenza plantea la necesidad de continuar desarrollando investigaciones moleculares que faciliten la detección de cambios en su estructura a fin de vigilar y controlar variaciones que puedan ser más letales y contagiosas,

esta información es importante para deducir y vigilar si hay cambios en la secuencia que aporten información para entender las adaptaciones virales en los humanos, así como para el desarrollo y mejoramiento de los medicamentos antivirales, el estudio de la potencial resistencia a los medicamentos y el desarrollo de vacunas para el control de este tipo de pandemias (Gómez & Gómez, 2019, pág. 20)

Además,  es necesario seguimientos rigurosos al virus no solo en humanos sino también en aves, cerdos, equinos, murciélagos, entre otros, puesto que el agente patógeno también puede mutar en cualquiera de estos huéspedes y transmitirse sin mayores problemas entre especies.  

Bibliografía

Carroll, K., Hobden, J., Miller, S., Morse, S., Mietzner, T., Detrick, B., Sakanari, J. (2016). Microbiología médica. México, D. F.: Mcgraw-Hill/Interamericana Editores.

Gómez, L., & Gómez, L. (2019). Un siglo después de la ‘gripe española’: contribución de la Gran Guerra y conocimiento del genoma como herramienta para el control de la influenza. Biomédica, 17-21.

González Bombardiere, S. (2007). La pandemia olvidada de 1918. ARS Medica Revista de ciencias médicas.

Luthy, I., Ritacco, V., & Kantor, I. (2018). A cien años de la Gripe Española. Medicina, 113-118.

Martini, M., Gazzaniga, V., Bragazzi, N., & Barberis, I. (2019). The Spanish Influenza Pandemic: a lesson from history 100 years after 1918. Journal of Preventive Medicine and Hygiene, 64-67.

Murillo Godínez, G. (2011). Recordando a la gripe española. Medicina Interna de México, 463-466.

Reid , A., Taubenberger, J., & Fanning, T. (2001). The 1918 Spanish inuenza: integrating history and biology. Microbes and Infection , 81-87.


Realizado por Juan David Henao Agudelo

El deporte, más que una actividad física

 

EL DEPORTE, MÁS QUE UNA ACTIVIDAD FÍSICA

Fotografía de www.rtl.fr

El deporte puede vincularse con el juego, el cual se rastrea hasta lo más primitivo y arcaico de la especie humana reconociéndose por ser un espacio de creatividad, de lo no-mercantilizable y de lo aleatorio. Si bien ambos se relacionan, el deporte se convierte en una actividad física con reglas establecidas en donde es manifiesta la competitividad, además, con la modernidad y el capitalismo industrial inglés a mediados del siglo XIX se construyeron codificaciones sobre lo lúdico, distanciando ambas esferas hasta tornarlas autónomas (Alabarces, 2009).

Una definición amplia para deporte podría ser que

Es un fenómeno sociocultural, relacionado con el comportamiento (manifestación) de la corporalidad lúdico-expresiva del individuo como unidad biopsicosocial que integra elementos simbólicos, rituales y marcos de acción con diferentes motivos, intereses y necesidades, escenificando acciones agonísticas, antagonistas, juegos de diversión, aprendizaje, ejercitación, entrenamiento, demostración, exhibición consigo mismo, con otros, con la naturaleza, con o sin implementos, en espacios y tiempos definidos (Vargas, 2012).

La práctica del deporte comienza a promoverse en las escuelas públicas inglesas, transformándose rápidamente en un pasatiempo con utilidad como instrumento de disciplinamiento del cuerpo y preparación para la guerra de las élites, guiado por características como secularismo (en oposición a juegos antiguos con los rituales religiosos), igualdad, burocratización, especialización, racionalización, cuantificación y obsesión con los récords. Durante el siglo XX se da la expansión del deporte hacia las clases populares, generándose el “imaginario democrático deportivo” que resulta ser la idea de que sólo el mérito garantiza el éxito, gracias a un espacio democrático de ascenso social imposible de hallar en el mundo socio-político del capitalismo (Alabarces, 2009, pág. 4).

Actualmente, el deporte se ha extendido a gran numero de personas sin desconocer una mayor participación en las ciudades. Su practica está mediada por actitudes y comportamientos deportivos que cambian de un modo lento, puesto que “constituyen rasgos culturales que se han forjado a través de procesos de socialización largos y tienden a reproducirse en el tiempo, considerándose además que esas actitudes y comportamientos son en general exógenas al funcionamiento del propio sistema deportivo”(Llopis, 2017). Este se conecta con los ideales de desarrollo y bienestar de individuos y sociedades, de ahí su relación con la gestión y administración pública, en particular con la política social, la planeación urbana, la seguridad y el medio ambiente (Vargas, 2012).

Al tener en cuenta lo anterior, se reconoce que el deporte es más que una simple actividad física o juego, por ello al apreciarse su conexión con elementos políticos, económicos y socioculturales, múltiples disciplinas científicas han encontrado en este un notable espacio de investigación, el cual debe ser abordado reconociendo su complejidad y las transformaciones y los nuevos sentidos a los que está sujeto

El estudio del deporte 

Desde hace décadas el deporte se ha convertido en tema de investigación para múltiples disciplinas, las cuales han examinado e investigado a este bajo sus bases teóricas y metodológicas. La diversidad de enfoques para analizar el deporte se vincula a las concepciones que tiene cada disciplina del conocimiento, por ello, algunos enfoques consideran al deporte como una “actividad física” con acento funcional de carácter orgánico, relacionada con el gasto calórico, mientras que otros buscan teorías sólidas en torno a una disciplina científica que integre el campo del conocimiento, la cultura física y la educación física con otras disciplinas de las ciencias de la educación, además, que reivindique la singularidad del objeto de estudio y la necesidad de desarrollar métodos para la investigación de las conductas de personas, grupos, organizaciones e instituciones que promueven, practican y desarrollan el deporte (Vargas, 2012).

A pesar de la variedad de enfoques se reconoce que la investigación del deporte está constituida por 2 grandes módulos: el de las ciencias sociales y el deporte y el de las ciencias naturales y el deporte. La cooperación e interacción entre ambos, ha permitido generar conocimientos, mejorar prácticas, desarrollar tecnologías y encontrar soluciones o formas de atención a problemas físicos, sicológicos y sociales (Vargas, 2012). Frente a esto, las Ciencias Sociales están siendo cada vez más utilizadas dentro del deporte, esto con el fin de obtener la información necesaria para aumentar la participación de personas en actividades físico-deportivas, así como entender los elementos políticos, económicos y socioculturales de este. No obstante, es apreciable que estas no encuentran en la actividad físico-deportiva un campo de estudio definido, dificultando “la creación de subdisciplinas en torno a la práctica físico-deportiva dentro de las ciencias sociales”(Medina & González, 2017).

La interdisciplinariedad en el deporte

Es importante tener en cuenta que son múltiples las variables que inciden en las practicas deportivas, trascendiendo de elementos anatómicos y fisiológicos a hechos políticos, económicos y socioculturales. Los aspectos biológicos, vinculados a las Ciencias Naturales, han sido de los más analizados, al punto que se ha llegado a concluir que “los mejores resultados deportivos, corresponden a aquellos sujetos con unas condiciones anatómicas más favorecedoras para la práctica del deporte en cuestión” (Esparza, 1993 citado por Pradas et al., 2007).

Con base en esta afirmación se han creado ideales corporales, en los que un cuerpo con determinadas características se convierte en condición necesaria para la practica de un deporte. Un claro ejemplo de la conexión entre lo biológico y lo social en el deporte es la idealización del cuerpo. El caso del boxeo muestra que no existen necesariamente ventajas de orden biológico como un cráneo más robusto que permita aguantar más golpes o nudillos más gruesos para golpear más fuerte, sino que es resultado del ejercicio, la práctica y la alimentación adecuada del deportista (Medina & González, 2017). Igual ha pasado con el fútbol en donde se ha idealizado el cuerpo del deportista, el cual debe responder a estándares de altura y peso que son priorizados en detrimento de algunas habilidades del practicante.

Tal situación no resulta ser una consideración anatómica simplemente, ni mucho menos, sino que es producto de la interacción entre fenómenos biológicos y sociales que vinculan valores e ideales de competencia y alto rendimiento, convirtiendo la actividad física-deportiva en una competencia y no en un simple habito saludable,

cada vez adquiere mayor importancia el cuerpo rendidor, al entender la práctica de actividad física como un elemento más para aumentar la capacidad de competencia personal y simbólica en la “sociedad del rendimiento”. Se trata de actividades que, en sus acciones comerciales y promocionales, utilizan la imagen épica de un cuerpo rendidor, y que suelen destacar el hecho de que la superación con éxito de la prueba capacita a sus practicantes para obtener un mayor rendimiento en todos los ámbitos de la vida (profesional, personal, etc.) y les sitúa por encima del resto de deportistas y ciudadanos (Medina & González, 2017, pág. 227).

Un cuerpo atlético, rendidor y ajustado a los ideales de corporalidad de cada deporte ofrece ventajas de resistencia en la práctica de este, pero no es del todo determinante para su dominio. Es importante señalar que el tema del rendimiento y los resultados en el deporte no deben reducirse a simples medidas antropométricas o alguna otra característica biológica, dado que los asuntos socioculturales también juegan un rol muy importante a la hora de alcanzar los mejores resultados. Es imprescindible una unión entre lo biológico y lo social, reconociendo que ambas partes ayudan a una mejor comprensión de todo lo que engloba el deporte, puesto que ciertas características anatómicas por sí solas no podrán determinar el rendimiento de un deportista ya que este requiere de cierto interés, que suele estar permeado por aspectos sociales como la competitividad, el verse bien y el deseo de reconocimiento para practicar el deporte y desarrollar las habilidades que le permitirán obtener buenos resultados deportivos.

El deporte no solo involucra a los actores que practican la actividad física, sino que detrás de esto hay sociedades completas que participan como espectadores, financiadores, promotores, productores, controladores. Ante la cantidad de personas que resultan involucradas es necesario analizar factores sociales como la competitividad, el deseo de reconocimiento, la identidad, las relaciones de poder, la violencia, teniendo en cuenta el trasegar del deporte hacía la esfera política, económica y sociocultural

Las transformaciones en el siglo XIX sacudieron las sociedades occidentales, implicaron una rápida generalización de los deportes, bien para canalizar las aspiraciones de los no burgueses, bien para someter a otras formas de control unas prácticas crecientemente comercializadas. En este marco se mostró la potencialidad integradora y la capacidad para generar emociones que el deporte implicaba, algo que se hizo más perceptible conforme el nacionalismo se consolidaba como la gran fuerza política e ideológica desde fines del siglo XIX. Dado que el deporte tendía a incorporar adeptos de sectores sociales cada vez más amplios, dado su interés económico a través de los espectáculos de masas, dada su creciente importancia en las relaciones entre naciones y grupos sociales, su utilidad política, ideológica e identitaria fue una manera de defender los esquemas sobre los cuales se había construido el entramado social. Este proceso alcanzó un especial desarrollo en el siglo XX, cuando el deporte se asumió como tarea estatal, tanto en sentido político como social. De forma paralela, la creación de organizaciones deportivas supranacionales implicó la necesidad de someter muchas de las prácticas locales al marco más amplio, global, que el deporte estaba alcanzando, desde el punto de vista normativo, de su difusión e interés económico (Caspistegui, 2012, pág. 21).

Dentro de este entramado que envuelve al concepto de deporte, se esconden elementos como el deseo de estatus, la identidad, la pertenencia a un colectivo, rituales, discursos relaciones jerárquicas(Curi et al., 2018), las cuales sin duda influyen en su práctica al igual que lo hace la condición anatómica, por ello se hace explicita la necesidad de analizar el deporte de forma interdisciplinaria o cooperativa para una mejor comprensión de lo que significa el deporte en la modernidad.

Conclusiones

Se reconoce la gran influencia que tiene la sociedad, y su cultura, en la práctica de actividades físico-deportivas. Así mismo se aprecia que el deporte está permeado considerablemente por elementos políticos y económicos. La complejidad del deporte lo lleva a ser más que una simple actividad física, y lo convierte en fenómeno político, económico y sociocultural que obliga a integrar elementos de las Ciencias Naturales y Sociales con el fin de alcanzar una mayor comprensión de este. Aspectos como la religión, el cooperativismo, las tradiciones, los comportamientos, las actitudes, la identidad, las representaciones del cuerpo y la alimentación, que suelen forjarse a través de procesos de socialización que se reproducen en el tiempo, son algunos de los temas analizados por los investigadores. Sin embargo, no son los únicos aspectos a tener en cuenta, pues temas biológicos como la nutrición, el biotipo, la composición corporal y las características corporales también son muy importantes a la hora de relacionar el deporte con la vida y el rendimiento físico de quienes lo practican.


Bibliografía

Alabarces, P. (2009). El deporte en América Latina. Razón y Palabra, 69, 1–19.

Curi, M., Garriga, J., & Levoratti, A. (2018). Deporte(s) y Antropología: enfoques, objetos y prácticas. Repensando sus configuraciones en Suramérica. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, 30, 1–16.

Llopis, R. (2017). La participación deportiva en la Unión Europea. Un análisis de las diferencias nacionales desde la perspectiva tradicionalista-culturalista. In T. Rabanaque, M. García, & A. Vizcaíno (Eds.), Antropologías en transformación: sentidos, compromisos y utopías (pp. 232–246).

Medina, X., & González, O. (2017). Antropología del deporte: Transformaciones sociales y nuevos sentidos. In T. Rabanaque, M. García, & A. Vizcaíno (Eds.), Antropologías en transformación: sentidos, compromisos y utopías (pp. 226–231).

Pradas, F., Carrasco, L., Martínez, E., & Herrero, R. (2007). Perfil antropométrico, somatotipo y composición corporal de jóvenes jugadores de tenis de mesa. corporal de jóvenes jugadores de tenis de mesa. Revista Internacional de Ciencias Del Deporte, 7(3), 11–23.

Vargas, C. (2012). Ciencias del Deporte: Evolución de aspectos teórico científicos. Entramado, 15, 140–165.

 

Realizado por Juan David Henao Agudelo

 


 

Domesticación de la yuca

 

DOMESTICACIÓN DE LA YUCA

Fotografía de BBC News Mundo

La domesticación es un proceso evolutivo, en el cual, por acción humana, se generan cambios en el paisaje y en organismos vivos como animales, plantas, hongos, bacterias. Existe un amplio rango de especies animales y vegetales domesticadas al ser criados en cautividad o en un ambiente “artificial” que les modificada de sus ancestros silvestres a fin de aprovechar de la mejor manera los beneficios que estos organismos puedan brindar o para hacerla más agradable a los humanos (Yacobaccio & Korstanje, 2007). Estos seres son incorporados dentro de la vida humana mediante prácticas de “manipulación de la diversidad de fenotipos (morfológicos, fisiológicos, en comportamiento) que normalmente existen dentro de las poblaciones de una especie” (Casas & Parra, 2016, pág. 138).

En el caso de las plantas,

se han desarrollado variedades donde se eliminan pelos irritantes y compuestos tóxicos en las hojas o frutos, adaptaciones que les ayudan en las condiciones silvestres a no ser consumidas por herbívoros, pero que perderlas las hace más fáciles de manejar por los campesinos, o se vuelven más sabrosas y nutritivas, al no ser tóxicas (Eguiarte et al., 2018).

También se les ha manipulado con el objetivo de seleccionar la mayor cantidad y mejor calidad de los frutos y semillas dado su valor como fuente alimenticia para los seres humanos. Además, se han tomado y replicado características que faciliten su manejo como el caso del maíz, el cual se buscaban que no liberara las semillas, sino que quedaran unidas al olote, o que permanecieran en la vaina como en el caso de los frijoles, así el agricultor no las perdía (Eguiarte et al., 2018).

El caso de la yuca

La yuca o mandioca (Manihot esculenta Crantz), ha sido una de las tantas especies vegetales domesticadas por la acción humana. Según investigaciones, que emplean marcadores moleculares que precisan variaciones en la secuencia del ADN de las plantas permitiendo establecer relaciones genéticas entre diferentes variedades y análisis de la distribución geográfica, se considera que la yuca pudo tener su origen al sur de México y en el centro de Brasil, esto debido a que allí es donde se concentran la mayor diversidad de especies del género Manihot (Colombo et al., 2000).

Dada la clara separación entre los linajes de las plantas mesoamericanas y sudamericanas, se reconoció que la mandioca cultivada siempre se relacionaba con especies sudamericanas, sugiriendo que el cultivo fue domesticado en Sudamérica, proceso que debió comenzar unos 8.000 años antes del presente en la costa peruana como propone Clement et al. (2010). Además, material botánico hallado en 5 sitios del Valle Casma en Perú reveló tubérculos de yuca con datación entre el 1860 y 900 A.C y análisis de almidones mostraron similitudes entre granos de colecciones de referencia en Panamá, Venezuela y Perú (Socarrás, 2017).

Otro posible centro de domesticación fue en la región Caribe entre Colombia y Venezuela, dado que allí se presentan las condiciones ideales para el desarrollo de uno de los centros originarios de las plantas cultivadas en el mundo. Evidencia arqueológica muestra que en épocas prehispánicas la yuca fue utilizada como alimento complementario a la recolección de recursos de la fauna fluvial y marina,

…líticos encontrados en algunas capas de los concheros ubicados en Puerto Hormiga, en el Canal del Dique (departamento de Bolívar), cuyas fechas datan entre 3100 y 2500 a.C., donde se encontraron grandes platos pandos o budares para triturar raíces y semillas. Así mismo, en las sabanas de San Marcos, en un sitio llamado El Pozón, sobre una antigua playa de río, se hallaron cuencos y vasijas pandas que tienen fecha de 1700 a.C. También, en La Guajira se encontraron cerámicas fechadas de finales del primer milenio d.C. hasta la segunda mitad del segundo milenio, que permiten plantear la posibilidad de agricultores que cultivaron yuca y maíz (Uribe y Mora, 2007, pp. 50-54 citado por Aguilera, 2012).

El material histórico y etnográfico revela que, en la cuenca del Orinoco y Amazonas, posterior a la llegada de los españoles, existía un dominio sobre el procesamiento de la llamada yuca brava, la cual era convertida en harina (mañoco) y en tortas (cazabe) preparadas en la misma forma como se hace en el presente (Triana, 1982). Además, la yuca ha sido un elemento fundamental dentro de las culturas de esta región, tanto que investigaciones etnográficas demuestran que “la yuca no es simplemente una fuente de alimentación, sino que es empleada como elemento ritual, de intercambio cultural, comercial, cohesionador social, entre otros” (Arias et al. 2005; Briñez, 2002 citado por Socarrás, 2017).

Imagen 1. Posibles sitios de origen de la domesticación de la yuca


Se puede establecer entonces, que,

La dispersión de la yuca se dio, durante la conquista de América, a través de los comerciantes portugueses que la llevaron de las costas de Brasil hasta el Congo en África y en un período más reciente al Asia y Oceanía. A finales del siglo XIX ya estaba sembrada en casi la totalidad de los países del trópico (Cock, 1989, pp.32-34 citado por Aguilera, 2012).

Además, que el inicio de la domesticación de la yuca no tiene un origen único y definido, por el contrario, es mucho más factible la propuesta de un poli-origen dada la cantidad de variedades silvestres que se han encontrado ampliamente difundidas en lugares con condiciones ambientales diferentes como las costas de Perú y la Amazonia (Socarrás, 2017).

Resultados de la domesticación

La planta de yuca hoy en día es de un porte arbustivo, con una altura que varía de 1 a 5 metros, posee flores masculinas y femeninas, produce sus frutos y semillas, aunque comercialmente se reproduce asexualmente por medio de los tallos, las hojas son simples con forma palmeada y lobulada, sus raíces almacenan grandes cantidades de almidón lo cual le convierte en el órgano de la planta con mayor valor económico, además, dentro de esta especie existen variedades amargas y dulces según su contenido de ácido cianhídrico (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 1983).

La planta actual, y la notable variedad de genotipos de yuca, es el resultado de un grupo de transformaciones suscitadas como respuesta a las condiciones del entorno natural y a los intereses humanos

La separación geográfica a varios niveles (tipos de suelo, aspectos culturales entre otros), reforzada por la selección artificial, consciente o inconsciente, hizo que el flujo de genes entre las razas dulce y brava fuera mucho menos frecuente que el flujo de genes dentro de cada grupo de variedades locales, lo que condujo a la diferenciación genética y a la agrupación dulce o amarga (Elías et al., 2004 citado por Martín et al., 2019).

El proceso de domesticación llevado a cabo por siglos ha ocasionado variaciones morfológicas en la planta, siendo el desarrollo de tubérculos capaces de almacenar grandes cantidades de carbohidratos el más considerable de ellos. Tal modificación se da especialmente dado que sus raíces son de alto contenido energético, siendo una fuente de calorías en el consumo humano y de vitaminas y minerales (Potasio, magnesio, calcio, hierro) (Aguilera, 2012). Además, el almidón de la yuca es una materia prima de múltiples usos en diferentes industrias.

Sumado a esto, las concentraciones de ácido cianhídrico de la raíz tuberosa también han ido cambiando por acción humana, reconociéndose que en unos lugares se cultiva yuca dulce, que no es toxica y se puede consumir luego de una ligera cocción, mientras que en otros lugares se prefiere cultivar yuca amarga, la cual debido a su toxicidad requiere de un proceso de desintoxicación antes de ser consumida, pero que llega a ser mucho más productiva (Clement et al., 2010).

En resumen, el proceso de domesticación de la yuca ha generado la aparición de múltiples variedades de genotipos, los cuales manifiestan cambios morfológicos en la planta como resultado de los variados ambientes donde se cultiva y de la búsqueda intencionada de raíces mucho más grandes, esto respondiendo al crecimiento de la demanda de yuca que ahora no es solo fuente de alimento para humanos y ganado sino también un producto empleado en la industria alimenticia, textil, de adhesivos, gomas, papeles y alcohol carburante como materia prima (Suárez & Mederos, 2011).

Conclusiones

Es notable que, durante el proceso de domesticación de la yuca, que seguramente tuvo distintos centros de desarrollo en América, se ha llevado a cabo una selección intencionada de algunas características en la planta como respuesta a una demanda estructurada a partir de un conjunto de necesidades que implican el desarrollo de saberes y prácticas con la planta, en especial con su cultivo, cosecha, transformación y consumo.

Su enorme variabilidad genética, evidencian la importancia que tuvo y que aún tiene para los pueblos asentados en los trópico y subtrópico de África, Asia y América Latina. Esta fue un valioso alimento desde tiempos prehispánicos, y actualmente no es solo un alimento básico para muchas familias, sino también un producto valioso dentro de la industria de alimentos, textiles, papeles, adhesivos, gomas y combustibles.

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Realizado por Juan David Henao Agudelo